No soy alguien acostumbrado, como se dice, a levantar temperatura. O sea, a entrar en cólera. O sea, a arrebatarse de ira. En fin, a calentarse. Chivarse. Ponerse del moño. Del marote. Bueno, ya me entendió.
Sin embargo, advierto cada día más que esta tendencia amor y paz, peace a love, om, no trae tantos beneficios sociales. Y, sobre todo, menos aún beneficios económicos.
Sin ir más lejos, el otro día llamé a la empresa telefónica para cuestionar el subidón de tarifa de mi plan y sugerir que, de no bajarse, me cambiaría a otra compañía. Debería poner “cuestionar” y “sugerir” así entre comillas porque eso fue, en definitiva, lo que hice. Y lo que hace toda gente, como yo, peace and love, make love not war. La empleada, amable ella, y tan o más peace and love que yo, me dijo:
“Lo siento mucho, eso no es posible”.
Y entonces fue que sugerí:
“De ser así, tal vez considere pasarme a otra compañía”.
“No podemos hacer nada por usted, lo siento. ¿Tiene alguna otra consulta? ¿Quiere llenar al finalizar una pequeña encuesta?” Por supuesto, le dije que sí –no a la otra consulta si no a esto de llenar una pequeña encuesta pues la gente peace and love perdemos el tiempo en estas cosas-.
“Pero sos un tonto”, me dijo mi señora. “Dejame llamar a mí”.
“Pero dijo que no había un plan más bajo que ese”.
“Vos dejame que llamo yo”.
En breve minutos, mi esposa levantó temperatura, dijo unas apropiadas palabrotas bien hiladas en el tono justo, y en menos de lo que tardé en calentarme el agua para el mate, ya había conseguido un descuento del 40% de mi plan. “¿Con los mismos gigas?”, pregunté. “Con los mismo gigas”, dijo ella.
Y es así cómo descubrí –y descubro día a día- que la tendencia hippie de paz y amor y de colocar rosas en cañones de fusiles, el hábito de hablar bajito respetuosamente y de corazón a corazón, tiene a tendencia a pagar más de impuestos, a quedar último en la cola, a tomarse el café frío, la cerveza caliente. Total, allí estamos nosotros respirando profundo, y conteniendo estas ganas inmensas de, de tanto en tanto, pegar algún grito pelado, patear algún trasero y sobre todo no responder ninguna fucking encuesta de atención al cliente.