Cada dos por tres, aquí y allá se planta el debate de bajar la edad de imputabilidad. Los asaltos, en especial en tiempos de crisis, están a la orden del día en todas sus formas: carterista, salidera bancaria, motochorro. Los criminales eligen, de acuerdo a su perfil, el abordaje del crimen que les sienta más cómodo y sobre todo con más posibilidades de éxito. No es común que un carterista luego se incline a la salidera bancaria o se haga motochorro, estas son disciplinas que, en líneas generales, permanecen y se estabilizan, al modo de gremios del mundo del hampa.

Como decíamos, con una crisis en puerta, más y más postulantes se suman a las filas del crimen decidiéndose por una u otra en el ancho abanico de carreras delictivas. El nuevo gobierno debate ahora bajar la edad de imputabilidad a 14 años, pues considera que a esa edad, un joven puede desarrollar con éxito su carrera criminal. Y si la justicia no lo detiene, puede hacer estragos durante años hasta que llegue a su edad madura y pueda ir, al fin, preso.

 “La edad que me gusta es a los 14 años, y para todos los delitos. Es la que sostienen casi los 30 proyectos que tengo arriba de mi escritorio, que se han presentado y no han tenido acogida legislativa. Sea un hurto, robo o abuso, el chico ya demuestra una personalidad que merece atención y sanción”, así dijo el ministro de Justicia, Cúneo Libarona.

No sabemos por qué la reducción establece 14 años. Lo que sabemos es que, la ley vigente establece condenas para los que tienen 16. Y que antes era para los mayores de 18 años. 

De continuar la tendencia, no es absurdo pensar que, al cabo de unos años, lograda la ley, un nuevo ministro de Justicia decidirá bajar aún más la edad: pongamos a 12 años. “La edad que me gusta ahora”, dirá el ministro de turno, “es 12 años. Pues ya demuestra una personalidad que merece atención y sanción”. Y así, año tras año, bajará y bajará. Y las cárceles se poblarán de criminales cada vez más púberes, que se amotinarán en sus celdas porque les quitan el celular o por exigir banda ancha o porque les quitan sus muñecos. Llegará un tiempo donde mandaremos a prisión a niños que aún no han articulado palabra pero ya, según la justicia, son amos del mal. Y así, habrá bebés que son destetados sólo para ser llevado a juicio y encarcelarlos en el acto. Y partos asistidos por la policía quien recibe al recién nacido sólo para asegurarse de que, tras el corte del cordón umbilical, le sean puestas las esposas y llevado a prisión. 

Estos niños vienen cada vez peores, cada vez más salvajes. Llegado ese punto, donde toda la población sea, llegado el caso, procesada y ajusticiada como cualquier adulto, vendrá un nuevo ministro de justicia y dirá: “Creemos que lo mejor es capturar a los espermatozoides antes de penetrar el órgano femenino. De ese modo, podremos procesarlos y juzgarlos debidamente antes de que salgan del vientre materno y comiencen sus correrías. Creemos que así, podremos proteger a nuestra sociedad del crimen y darles la paz que se merecen”.