Supongamos que tiene 450 mil dólares y no sabe qué hacer  con ellos. Supongamos que ya ha recorrido de punta a punta el planeta. Supongamos que ya nada le hace temblar la aguja: ni excursiones en el Amazonas, ni safaris por el África, ni exploraciones a los desiertos, volcanes, cataratas, tempanos de hielo, castillo medievales. Nada de todo eso, le entusiasma ni para levantar el móvil y hacer una selfie. Bueno, si usted es de esa gente, el turismo espacial es la solución.

Con una opción económica –económica considerando los otros precios- por 450 mil dólares ya existen empresas que le permiten en un futuro próximo hacer vuelos suborbitales. ¿Qué significa eso? Que recorren aproximadamente 100 kilómetros en línea vertical fuera de la tierra para ver a este planeta como un balón celeste e inofensivo, tomar todas las fotos que quieran, y la frutilla del postre: flotar en la ingravidad espacial. Ya hay miles y miles de millonarios aburridos que han comprado sus tickets y esperan que el turismo pase ahora, fuera de este mundo.

No es nada seguro. Pero bueno, es más seguro que los otros viajes que tienen en carpetas empresas como las de Elon Musk, Que ya planifican viajes a la Estación Espacial Internacional y hacer el mismo recorrido de todo astronauta –pero claro, con más kilos de peso, dietas tremebundas, y habiéndose formado solamente en cómo hacer dinero-. Este viajecito sale 45 millones de dólares. Y antes de despegar tendrá que firmar muchos papeles pues, hay buenas posibilidades de que no vuelva excepto quizás como una lluviecita de polvo de huesos.

Por si fuera poco, ya hay proyectos avanzados de construir el primer hotel en el espacio –lo piensan para el 2027- y las mentes del entretenimientos evalúan cómo entretener a los ricos que tienen tantas ganas de salirse del planeta pero luego descubrirán tan pocas cosas para hacer en el espacio excepto morir por la falta de oxígeno.

Si lo suyo no es el riesgo, entonces puede probar con los vuelos espaciales virtuales donde sucede todo tal cual como si viajara pero sin salirse del barrio. Aún desarrollan los software para que la experiencia sea lo más vívida posible.

Y bueno, si no le da el presupuesto para nada de eso, siempre le queda la opción de salir al bar de la esquina e inclinarse por la experiencia intergaláctica de comerse una tabla de quesos con un exprimido de naranja. Esta Tierra, por más que la gente se empeñe en negarlo, aún tiene mucho para ofrecer.