Uno asocia los países nórdicos europeos a que viven mejor, que son ordenados, armónicos, y tienen sistemas de gobiernos tan eficientes que ni se molestan por recordar el nombre de su presidente, sin embargo, no se sabe si por cuestiones climáticas o qué, estos mismos países nórdicos tan prolijitos también figuran entre los que más gente se quita la vida. Pero a pesar de las estadísticas suicidas en contra, ahora, por ejemplo, los suecos están de moda, espiritualmente hablando. Son, por así decirlo, los nuevos budistas en tiempos post pandemia. Y se los vincula a cómo vivir la vida en un momento donde ya todos han perdido la receta de un pasar feliz.

A esta receta le han puesto nombre: Lagom. Lagom es la palabra de moda posicionada por las revistas como Elle y demás. Y es el secreto de los suecos para ser felices sin necesidad de tirar la casa por la ventana. O probar nuevas posiciones del Kamasutra.

Y tiene, cómo no, su propio bestseller: “Lagom, el secreto sueco de la buena vida” donde una escritora y fotógrafa nigeriana que colabora en National Geographic pero radicada en Estocolmo, Lola Akinmade Åkerström sintetiza eso tan escurridizo que la gente llama vivir bien.

Lagom, para ser sintéticos, se define como: menos es más. En lugar de más trabajo, más bártulos en casa, más perros, más carreras en el Linkedin, el sueco, con su lagom activo en sangre y todo lo feliz que puede serlo, dirá: hagamos lo justo y necesario. Allí está el secreto de la felicidad.

Lagom, el espíritu de la palabra, se remonta a los vikingos que compartían en ronda sus comidas –tras masacrar debidamente a sus enemigos, claro-, y este espíritu de colectivo dio origen al término “sentarse con el equipo”. "En un mundo de contrastes y consejos contradictorios”, cuenta Lola la que convirtió el fenómeno en libro, “lagom da en el clavo: permite a la gente disfrutar, pero mantenerse sana y contenta al mismo tiempo".

Lagom, dicen los que saben, es el balance perfecto para ahorrar, jorobar menos al resto e impactar menos el medio ambiente. Si no hay necesidad, ¿para qué? Si tengo una taza, ¿es necesario comprar otra? Pasar cada experiencia bajo el tamiz sereno de la necesidad, convierte a la práctica del lagom en menos despilfarro y menos reviente all inclusive, en más calma oriental pero posicionando el disfrute entre las prioridades cotidianas. El equilibrio entre oriente y occidente. El eslabón perdido del ser humano para dejar de comportarse como un auténtico idiota.