Es inminente el estreno en la policía de la ciudad de Buenos Aires de las renombradas pistolas táser. Estas son capaces de lanzar como arpones dos anzuelos que producen una descarga eléctrica sobre el malviviente –o bienviviente, depende de cómo se lo mire y del éxito hasta entonces del criminal en cuestión-, y estos electrodos le generan 19 contracciones por segundo algo que a la víctima y dicen los que la probaron, lo deja extenuado como si acabara de comer dos pizzas grandes de muzarella sin una gota de agua. Y queda rendido sin ganas de escapar, sin ganas de oponer resistencia y tal vez, vaya uno saber, sin ganas de seguir disfrutando de las delicias sin costo económico ni esfuerzo laboral que ofrece el mundo del hampa.

Las pistolas táser son parte de una tendencia de las fuerzas de seguridad, al menos por aquí, de infringir cada vez menos daño en el bienviviente. Pues, es de público conocimiento, que recibir una patada eléctrica siempre es más benéfico para la salud que recibir dos tiros en la sien y sientan mucho mejor para seguir llevando sombrero. Como decíamos, la tendencia es no dañar. No dejar heridas graves que afecten la continuidad laboral del malhechor, y salpiquen la acera pública con charcos que en el peatón que no la come ni la bebe, le sientan tan mal en la suela del zapato y pueden, llegado el caso, atascarle el desayuno.

Imaginamos que las táser son el primer eslabón de una larga cadena donde las armas de las fuerzas de seguridad ,serán cada vez menos nocivas, cada vez más, por así decirlo, suaves y buena onda, y así con el paso del tiempo, su evolución desembocará en gomeras que arrojen piedras pequeñas –siempre redondeadas para que el filo no corte- o algodones, luego altavoces donde se someta al criminal a un griterío estridente y amedrentador, y finalmente el arma evolucionará hacia una flauta de caña cuyo sonido, se confía, pacificará al maleante y la brisa que genera ligeramente atravesará su mejilla, la señal concreta y concluyente para que el criminal desista de su accionar si no la cosa se pondrá aún peor y le darán, comisaría adentro, unas palmadas en las nalgas. A ver si así, esta gente aprende de una buena vez.