Los medios son lugares muy extraños. A veces resultan, por así decirlo, como un hombre entrado en años, pasado de peso, recostado sobre el sofá que se pone a criticar todo lo que pasa frente a sus ojos. Si no, cómo entender que a la figura máxima del fútbol, el irrepetible Lio Messi, el astro que bate récords por donde se lo mire, y que fue la pieza clave para llevar a la Argentina entre los cuatro mejores equipos del mundo, le caigan críticas de los medios internacionales porque, claro, se cabreó un poquito.
No fue, en verdad, una cabreada, fue una sutil venganza. Como todo el mundo sabe, tras la victoria en Cuartos de Final contra Países Bajos, le dijo “bobo” a un rival –no importa quién- y, por si fuera poco, se le plantó con el resultado a favor ya concluyente, a metros del banco de los Países Bajos, y colocó en gesto burlón las manos bajo las orejas, aludiendo a otro gesto que no vale la pena detallar aquí.
Los medios, ese como les decía hombre pesado echado en el sillón, se escandalizó cual carmelita descalza. Se removió incómodo sobre el sofá, y así la prensa mundial comparó ese exabrupto de Messi con gestos de cortesía ganadora de otros jugadores mundialistas que abrazaban al derrotado, le decían, compungidos “otra vez será”, y no lo sometían al improperio ni la burla.
Ahora bien, ¿no será ir demasiado lejos exigir a Lio, siempre correcto, siempre bajo perfil, siempre hombre de familia, con toda la presión del mundo sobre sus hombros, que además borre todo rasgo humano y no se ponga, muy cada tanto, del bonete? ¿En qué clase de ídolo queremos convertirlo al pobre? Ya bastante estrés tiene para que le sumemos además, un reclamo de la prensa internacional porque, una vez en la vida, se le saltó al cadena y no fue muy diplomático que digamos. Vamos, muchachos. A ver si, ustedes mismos con toda la tensión a cuestas de, por poco, en el último minuto perder la ilusión mundialista, se mantienen firmes cual bronce y no patean el protocolo a la mismísima tribuna.
Será quizás que Lio ya está, aún en vida, aún activo, aún con carrera por delante, para el bronce, y hay quienes quieren pasarlo de inmediato al rubro estatua. Déjenlo ser, por Dios. No sean, ustedes también, tan bobos.