Es la pregunta de la semana. La pregunta del año. La pregunta, quizás de buena parte de la historia argentina desesperada, bamboleante, sinuosa y decadente al ritmo de una divisa que, desde siempre, nos tuvo a mal traer.
¿Qué hacer con el dólar? ¿Cómo calmarlo? ¿Se le ofrece sesión corporal de masajes? ¿Se le recomienda dormir? ¿Estará mal alimentado, tendrá tabaquismo? ¿Habrá que cambiarle el colchón para que, al fin, se calme?
Tal vez sea hora de mudarlo al campo y que pueda encontrar remanso en el verde siempre verde. Tal vez, hay que presentarle a alguien y que forme familia. Nadie lo sabe bien. La nueva ministra de economía anunció un paquete de medidas urgentes en pos de calmar al dólar. Pero todos lo sabemos muy bien, ahí está la historia para demostrarlo: será cuestión de semanas o meses, o con suerte años, pero el dólar por más pastilla para dormir que le demos, tarde o temprano, volverá. Se pondrá nervioso. Lo pondremos nervioso. Y otra vez sopa. Ahí estará el dólar nuevamente desatado, loco, nervioso, con saltos de presión que contagian el malestar, volátil, estresado, impaciente, paranoico.
Ahora hay una ola de economistas que aseguran que no hay que tratar al dólar como si fuera otro. Como si hubiera que hacer algo con él. Hay que fundirse con el dólar. Hay que dolarizar la economía. Hay que ser uno con él. Y entonces, recién entonces, el dólar, se calmará. Cuando estemos unidos como dedo y uña, López y Planes, French y Berutti. Ahí sí, el dólar, abrazado con nuestro propio corazón, metido piel adentro, abandonado el matrimonio sin amor con el peso, desplazados los figurones patrios del papel, el dólar se calmará. Encontrará la paz interior. No habrá nada que temer. Y en las escuelas se hablará de Franklin y George Washington como padres de nuestra patria. Pues el dólar y nosotros no habrá ninguna distinción. A la celeste y blanca se le plantarán estrellitas y rayones rojos. Y Belgrano y San Martín serán nomás calles y avenidas sin historia. Y el cabildo, finalmente se transformará en galería de arte moderno.