Nunca en la historia hubo tanta facilidad para invertir los ahorros en cuestión de segundos. Ahora hasta existen apps que permiten comprar criptomonedas en un abrir y cerrar de ojos, o ingresar a Wall Street como si se tratara de un nuevo video juego. 

Basta con unos clicks para zambullirse en el inexpugnable mundo de las finanzas mundiales y sentirse codo a codo con la creme de la creme del billete.

Moneda virtual, carteras virtuales, dólar digital, las opciones son múltiples y fascinantes. Y todo desde la pantallita inofensiva del celu. 

Ahora bien, claro está, la facilidad no significa sencillez. Adquirir criptomoneda con tanta libertad como quien compra medio de figazza, no representa que uno entienda cabalmente de qué trata el asunto. O venga acompañado de tutorial para uno deje de ser un bueno para nada en materia financiera. Nada de eso. 

La facilidad implica, por lo bajo, que un sinfín de mequetrefes que piensan que descubrieron la pólvora entrar al mercado mundial financiero como pececitos en un mar de tiburones. Y por eso, claro, los tiburones felices: carne fresca e inocente.

Entonces, el consejo claro, moderno y sensato de qué hacer con los billetes es: tome sus ahorros, envuélvalos en fajos. Puede usar bandas elásticas o sobres. Logre que no se le salten por los costados y que estén lisitados y bien en fila. Luego diríjase hacia su cuarto. Puede, si quiere, poner los fajos en un sobre de papel madera siempre y cuando la altura de los fajos no super en altura a una hamburguesa con lechuga y tomate. Una vez completado este procedimiento, alce el colchón a una altura media, digamos así la cintura. Introduzca sin que nadie lo vea los billetes ahí. Y luego baje el colchón. Rece. Y ahí tiene una inversión segura.