Parece de película. Y no lo es. Es el gran multimillonario de China y desde octubre, nadie sabe dónde corno está. Jack Ma, el creador de la plataforma Alibaba, había emprendido un raid de críticas al control del gobierno chino y eso, según parece, alentó su desintegración ninja en la atmósfera. 

¿Estará oculto en algunas de sus mansiones inexpugnables por el mundo? ¿Estará camuflado vendiendo chop suei en el Barrio Chino de Belgrano? ¿Será el doble en la nueva peli de Jackie Chan? Imposible de decirlo. Ma es una incógnita y una herida abierta en el corazón de Pekín que, antes lo veía como un adalid de emprendedor made in China, y ahora lo percibe como una amenaza que, antes que se ramifique y robustezca, es mejor darle serrucho.

Y así es cómo, en tiempos donde todo se sabe, todo se filma, y todo se registra, uno de los empresarios más poderosos del planeta, es un fantasma. Un narrador omnisciente. Una presencia ausente. Una intriga global de la cual se habla muy poco y con pistas nulas. 

Mientras tanto, del otro lado del mundo Elon Musk sigue rompiendo autos, volando cohetes al espacio –ahora vendió sus mansiones en Los Ángeles para dedicarse de lleno al cielo- y generando tanto revuelo mediático que no deja demasiado lugar para otro magnate en este planeta.  El día que aparezca Jack Ma, pocos van a recordar ni quién era.