Crónicas + Desinformadas

Por Cicco. Una vez el gran Alejandro Dolina se preguntó: Y toda esas bolitas que jugábamos de chicos, todas esas generaciones y generaciones de niños que coleccionaban bolitas, ¿dónde han ido a parar? (Mil disculpas: Puse la declaración sin comillas porque no me la acuerdo bien). Cuánta razón tenía Alejandro. Y todo el escándalo nacional de la única fábrica de bolitas con un pie en el abismo por el tarifazo de gas, puso el asunto de este juego nuevamente sobre el tapete. Así que vamos a tratar del tema, con la profundidad, la lucidez y la chispa que nos caracteriza, antes de que la bolita cumpla su destino histórico y vuelva a perderse para siempre, vaya a saberse dónde.

autos y trapitos

Por Cicco. Es la pregunta del momento. Un debate social. Legislativo. Judicial. Correccional. Confesional. En fin, un debate urgente que tiene a los conductores preocupadísimos y cansados de desembolsar cifras siderales en pos de que el hombre que dice ofrecerse a cuidar su auto no se transforme en el hombre que se ofrece, también, a destruirlo si no accede al pedido.

imagen tema buda

Por Cicco. Pobre hombre, siempre cada dos por tres llega un gurú de la espiritualidad edulcorada y dice que se basa en las enseñanzas de Buda. ¿No será demasiado che?

mundo loco

Por Cicco. Los expertos que la pasan boba haciendo proyecciones sobre lo mal que le irá a la humanidad, juran que en 50 años la mitad de la población mundial será neurótica.

luis salinas

Por Cicco. Nació en Monte Grande. Se crió en Villa Diamante, la contracara de la cuna de oro. Mientras sus compañeros salían a jugar fulbo, él, Luis Salinas, groso de los grosos, genio tapado por el mundanal ruido de artistas estridentes al divino botón, aprendía a tocar la guitarra. Y siguió. Y lo hizo, como debe ser, con el corazón al frente.

adios personal trainer

Por Cicco. Hay rubros y rubros. Algunos nos caen mejor que otros, qué le vamos a hacer. Algunos estamos contentos que reaparezcan, o que alguien, por más viento en contra que se levante, resista y persevere en su oficio. Pero otros, no. Por alguna oscura y retorcida razón, celebramos su extinción del mismo modo que debieron celebrar los hombres primitivos cuando los meteoritos acabaron con los dinosaurios.