Crónicas + Desinformadas

Haga la prueba. Ponga en youtube algún clásico memorable. Digamos “Sargent Pepper” de los Beatles. O una selección de sinfonías de Beethoven. No importa el clásico inoxidable que usted elija, siempre verá, pequeñito debajo la pantalla, un caudal, más o menos considerable, de gente que dice: “no me gusta”. Sin ir más lejos, un disco que selecciona lo mejor de Mozart tiene ahora mismo, en Youtube  64 mil personas que lo desaprueban. 

Se cumplen 40 años de la despedida a Henry Miller, un escritor tan rebelde que, al día de hoy, ningún librero sabe bien dónde colocar sus libros. ¿Son novelas de ficción ¿Son memorias? ¿Son ensayos metafísicos? 

Si la expectativa de vida de uno se alarga, a pesar de la amenaza de pestes y acabóses planetarios, qué bueno sería de viejo ser como Clint Eastwood, que acaba de cumplir 90 y más que decrépito parece cincelado en bronce. 

La pandemia ha disparado otra clase de epidemia subterránea: una propagación global de la angustia. Lo dicen los psicólogos. Gente embodriada, atrapada, sofocada, con proyecciones de vida pum para abajo, encerrada contra voluntad con sus propias parejas e hijos a los que preferiría escuchar sólo por audio de Wapp, y sin posibilidad de escapar, y la sensación permanente de león enjaulado. 

Se llama Byung Chul Han, y cada vez que abre la boca produce un eco global. Es filósofo coreano pero vive desde hace años en Alemania. Sus libros. Sus entrevistas. Sus ensayos son lo más punzante que se ha dicho, reflexionado y polemizado sobre estos tiempos de big data, hiperconsumismo, paranoia y sin sentido global. 

Es la pregunta del momento. Con, por ahora, la curva sin sobresaltos de contagios, y la flexibilización a vuelta de página de la cuarentena, ahora sólo queda preguntarnos cómo volver. O, lo que es más existencial: ¿volveremos a ser iguales? 

Ya lo decía Hermes Trimegisto, ese sabio mítico del Antiguo Egipto: “Los extremos se tocan”. Y a su vez, se contiene uno al otro. El frío y el calor extremos se parecen. El santo y el pecador.  Los cabarets se instalan al lado de los cementerios. Y así la lista sigue. Eso hace que, en medio de la crisis desesperante de miedo y colapso global, haya proliferado, cual honguito post lluvia, el chistecito.

Parece que las rivalidades musicales –la mayoría inventada como, el supuesto duelo de bandas entre Soda Stereo y Los Redondos -, algunas, en verdad, son más ciertas que otras. Si no, cómo entender que, a tantos años de su despegue y estrellato, los Rolling Stones y los Beatles sigan disputándose como niños por ver quién es la mejor banda de todos los tiempos. Pasados cincuenta años, los muchachos siguen dándose con todo.

Es extraño como, entre tantas lecturas recomendadas y películas en pleno confinamiento de la peste, a nadie se le ocurrió mencionarlo. Cómo, entre tantas galerías fotográficas de animales que toman las ciudades, con la humanidad replegada en sus casas, a ningún periodista lector le brilló la lamparita, buscó en su biblioteca y encontró la obra. Lo llamaron uno de los experimentos mentales más importantes de nuestro tiempo. Y también “Un libro clave para una especie que está jugando con su propio destino”.

No hubo –ni quizás habrá- otro adminículo sobre el cual se haya innovado tanto en tan poco tiempo como el barbijo. Hay de colores flúo, customizados, con dibujitos, con emojis y estilo lúdico con mandíbula de lobo feroz. Y días atrás se supo de dos emprendedores –argentinos obvio- que desembolsaron dos millones de pesos y crearon: The Micro Mask –viene con 10 filtros que duran 10 días cada uno-. Pero lo más importante de todo es esto: tienen onda.  Hay modelos para hombre, mujer y niño. Te los mandan, claro, a tu casa.