PROGRAMAS DE JUEGOS 2011
Yo también podría

PROGRAMAS DE JUEGOSPor: Adriana Amado. Este año la tele no viene muy creativa. Las ficciones (salvo honrosísimas excepciones) son previsibles, los periodísticos son los de siempre, las variedades son cada vez menos variadas porque no saben vivir más que del declinante Bailando por un sueño. En este panorama desazonante, por suerte se renovaron los juegos, único rubro que entendió que la audiencia agradece la simetría en el trato que le dispensa la pantalla.

Los programas de juegos se han hecho populares porque respetan el principio de la equivalencia que dice “si ese que está ahí en la pantalla puede hacerlo, ¡yo también!”.  Para jugar con Julián (Justo a tiempo, Telefé) o con Guido (A todo o nada, Canal 13), no se necesita ninguna competencia particular. Las preguntas son anodinas, los juegos son a prueba de torpes, los participantes solo tienen que ser ellos mismos de la manera más cruda posible. Ni siquiera hace falta que desplieguen alguna gracia porque para eso está  el elenco estable, que la derrochan sin tope. Por ahora en simpatía Weich le gana por varios cuerpos al pichón de conductor Kafka. Pero es solo una cuestión de horas de sorteo acumuladas. En cualquier momento Guido lo alcanza.

La sorpresa la dio Minuto para ganar, el programa de Marley. Especialmente porque en un par de emisiones ya va cabeza a cabeza con El hombre de tu vida, la ficción de Campanella. Muchos se preguntan cómo puede ser que cualquier energúmeno obsesionado por embocar bolitas en dedales o colgar clavos en un piolín convoque la misma audiencia que las primerísimas figuras de una ficción de excelencia. Sin embargo, ambas se parecen. Las dos aciertan en poner en el centro de la pantalla a gente sencilla, personajes que el televidente perfectamente podría invitar a comer una pizza el domingo por la noche. Cosa que hace un cuarto de la audiencia.

El lema del “yo también podría” funciona también para el inefable Salven al millón del programa de Susana. Las preguntas son tan enroscadas, tan imprevisibles, que no parecen depender de un conocimiento.  ¡Entonces cualquiera puede soñar que el azar, una vez en la vida, le sonría! Los altos y bajos de la audiencia de julio hablan mucho de lo que genera entusiasmo entre la audiencia. Si va Karina Rabolini y Daniel Scioli al living el programa registra una de las marcas más bajas de julio (13.7 puntos). En cambio se estabiliza cuando aparece el Salven al millón, especialmente cuando se lo ganan unos que podrían ser compañeros de oficina. Ni qué hablar cuando Marley intenta catapultar cucharitas adentro de un vaso o Susana quiere batir el record de sacar pañuelitos de papel de la caja. La dupla dio picos de rating pocas veces conseguidos en el ciclo 2011 (alcanzó 17.1 en la mitad de la apilada de vasos plásticos). Evidentemente es irresistible eso de prender la tele para ir a jugar.

Incluso los mismos programas de siempre ganan cuando incorporan la simetría con el telespectador. En Canal 9 Sofovich haciendo exactamente la misma Noche del domingo que hace décadas, y aun así incrementa la audiencia que le deja “Bajada de línea”, que como su nombre lo indica parte de la asimetría (nosotros arriba, “te” bajamos línea a vos, que estás ahí en el living sin haberte dado cuenta…). El mismo “Bailando…” repunta cuando muestra algo que también nos podría pasar a nosotros. Claro que por ahora no ofrece más que desmayos y resurrecciones en pantalla y así y todo araña los treinta puntos, cosa que no le deparó ni el más perreo de los perreos. Imagínense si ofrecieran algo menos dramático.

Hasta Cámaras de seguridad, de América, genera el doble de entusiasmo que la cháchara gastada de 678, en el Canal 7. ¡Qué aporte al debate político popular sería incorporar al televidente en el programa en un lugar más activo que el de las fotos que pasan al inicio de los bloques!  Estaría bueno que  el “yo también podría” alcanzara rubros más jerarquizados, como los programas de opinión o los periodísticos. No hay duda de que la gente quiere verse en la tele, aunque sea a través de alguien que se le parezca bastante. Hasta ahora la tele se animó en géneros menores y mayormente ridiculizando a los participantes. Pero nada hace pensar que el televidente no fuera tan generoso con su atención si desde los otros programas también lo trataran como lo que es: un igual al que está dentro de la pantalla.

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