SOBRE LA PROPUESTA DEL DIARIO LA NACIÓN, A FAVOR DE LA TELEVISIÓN DE CALIDAD
Apoyo inconsulto de un hipercrítico a Sirvén

Pablo SirvénmedallaPor: Osvaldo Bazán. Mis amigos y colegas hipercríticos, en nombre de la libertad más absoluta, se dedicaron con fruición a censurar una iniciativa más que interesante del colega Pablo Sirvén. ¿Qué bicho les picó? La iniciativa, ya comentada, es bastante clara. El tradicional diario La Nación le va a avisar a sus lectores con una medallita, una cucarda rural, qué televisión es recomendable y cuál no. ¿Y? ¿Por eso tanto lío?

¿Cuánta intolerancia hay que aguantar en nombre de la tolerancia? Más allá de la coincidencia y el respeto que puedo tener con varios de los colegas de La Nación  -que incluye también a Marcelo Stiletano, a quien Luis Majul critica sin explicar mayormente sus argumentos-, me queda claro qué televisión defiende y qué televisión ataca. No siempre los medios son tan claros al respecto. Ahí está sin ir más lejos el zigzagueante suplemento de espectáculos de Clarín, tan interesante hasta el año pasado y tan no sé qué en los últimos meses, siguiendo los avatares del rating con una ansiedad digna de mejores causas.

La Nación no quiere tetitas ni culitos.

Ni tetazas ni culazos.

La Nación ve en el caño al gran enemigo de la cultura nacional. ¿Alguien se sorprende? ¿Alguien pensó otra cosa del diario más tradicional? Bueno, estaba viendo otro canal. La Nación defiende lo que siempre defendió y nunca fueron mojigatos para declararse mojigatos.

En ese sentido, ¿por qué un medio no puede calificar para sus lectores -claramente- qué cree de algunos programas?

Yo quiero eso.

Justamente como un medio de comunicación no es un electrodoméstico, si lo consumo es porque me gusta lo que dice. No me da lo mismo uno que otro. Estoy de acuerdo en general, ese medio es mi compinche, me amigo o me peleo, tengo una relación emocional. Uno firma un contrato de lectura con el medio que todos los días aparece por debajo de la puerta de su casa. Y comparte una serie de valores y creencias. Chicos, esto es medio como básico, no puedo estar en todo.

Lo espantoso sería que La Nación pidiese levantamiento de programas porque no son lo que desea para sus lectores. Pero no es eso. La Nación no interviene ahí, simplemente da su punto de vista. Es simplemente aleccionar a su tropa. Que ya está aleccionada, por otra parte. Así como si leo Ñ me van a decir qué entrevista puedo ver en canal Encuentro, si leo La Nación me van a avisar para que no me tope de repente con el culo de Nazarena si no quiero verlo.

¿Tanto les jode la exhibición de los valores de los demás?

Relájense.

¿O sólo podemos expresarnos los que pensamos como nosotros?

Si es así, sáquenme de la lista.

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