RECETA QUE SE REPITE 
El reality menos pensado

televisiónPor: Adriana Amado. Los formatos de la TV realidad se han vuelto imbatibles. Será por el desgaste de los programas tradicionales, o la falta de novedades, la cuestión es que las audiencias siguen beneficiando con su atención los programas del género reality show. Que pueden existir en estado puro, como el “Gran Hermano”, o “Talento Argentino”, en donde el espectáculo queda a cargo de gente que se parece al televidente. O que pueden ser híbridos que usan algunos recursos del reality para amenizar formatos alicaídos, como el de los programas de chimentos o los noticieros. Este año, la enésima edición del “Bailando por un sueño” potenció los momentos de realidad con los que se alimenta la infinidad de programas que se cuelgan del Showmatch  (SM) para que sus panelistas tengan algo de que hablar. Pero lo que es comentado y defenestrado en el programa de Tinelli se repite como receta en muchos otros. Al punto que ha llegado al programa político de actualidad (PPA) que por estos días es centro de las críticas y de las defensas más airadas. Si sacamos de la discusión el contenido, y nos centramos en el formato, entendemos por qué los dos programas son hoy el centro de atención: son lo más reality que ofrece la televisión. A ver:

-Lo que lo hace reality no es la vida misma, sino mostrar en cámara las sorpresas que nos da la vida. Como la reacción de los asistentes ante las peleas intempestivas de los participantes (que suelen ser estratégicamente maquinadas). O la reacción de los panelistas invitados ante los videos estratégicamente editados. Peleas y/o videos siempre son lo suficientemente picantes como para los que están en el piso se embalen y hablen de más. O se emocionen. O pierdan la compostura. Así en SM como en el PPA.

-Es reality hacer el show con personas ajenas a la pantalla. En las versiones que vemos se mezclan figuras conocidas con figuritas recién aparecidas que comparten (y compiten por) la fama repentina. En SM estar en el programa ya es índice de celebridad. En el PPA, estar en el programa es índice de lealtad. Vedetitas y blogueros disfrutan por igual ser vistos.

-En SM suelen pelearse con los que están ahí en el piso, y le dan, le dan, hasta que uno se levanta y se va. En el PPA se pelean con gente que nunca invitarían a esa mesa. Y en ese escarnio in absentia le dan, le dan para que tenga y se quede por muchas repeticiones. En ambos casos, el enojo/escarnio de la víctima será el principal interés de los otros programas que reproducirán el momento, real o editado, durante varios días.

-La medición no es tan importante como la repetición. Aun en el caso de los programas de mayor audiencia, el poder está en la conversación que genera en otros. Hablan más los que no ven el programa que los propios televidentes. Y así se genera la sensación de “todo el mundo lo ve”. Pero es eso, una sensación.

-Como la base del reality show es que el protagonista se parezca al destinatario, Tinelli no deja de convocar para el paso de comedia de cada día a alguien del público que se presta gustoso a la gastada. En el PPA pasan como prueba de amor hacia el programa las fotos de sus televidentes  que se prestan gustosos a la pasada. Ambos dicen “Ud. que nos mira, está acá con nosotros”.

-Como pasa en “Gran Hermano”, parte de la atracción es esa ambigüedad de lo real/lo reality. En SM nunca sabrás si son o se hacen. En el PPA, tampoco. En el primer caso, algunos dicen que el zafarrancho no puede ser espontáneo, sino que está guionado. En el segundo caso, el testimonio de dos arrepentidos del programa confirma que sí, que está férreamente guionado.

-Los empleados de SM hacen de su fidelidad a la producción su leit motiv, agradeciendo cuantas veces pueden la oportunidad que les da Tinelli de mostrar su arte. Los empleados del PPA, también. La confesión es parte del reality.

-Tinelli le cumple el sueño a muchos que van a la televisión a contar sus necesidades. El PPA le cumple el sueño a muchos que van a la televisión a contar cómo Kirchner le cubrió sus necesidades.

-El show de Tinelli encontró su himno en la voz de Montaner: “Soy feliz, soy feliz, vamos que la vida es una fiesta”. La canción se ajustaría perfectamente al espíritu que alienta el PPA con una leve modificación: “Soy feliz, soy feliz, vamos que Argentina es una fiesta”.

-El programa de Tinelli genera amor, desprecios, pero nunca indiferencia. 678 también.
 
Dice Zigmunt Bauman de lo que vemos en los medios que “Todos sufrimos de bulimia y debemos deshacernos, rápidamente, sin masticarlo ni tragarlo (y menos digerirlo), el canapé mediático. Después de la panzada, no nos quejemos de la indigestión”. ¡Un colagogo, por favor!

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