CASOS DALMASSO Y GARCÍA BELSUNCE EN LA TELEVISIÓN
Majul vomita equivocado

Nora DalmassoMaría Martha García BelsuncePor: Osvaldo Bazán. “La imagen de la montonera de periodistas acosando a Facundo Macarrón para arrancarle una declaración en la puerta de los tribunales de Río Cuarto, es demasiado gráfica como para agregar más adjetivos. En realidad, dan ganas de vomitar”, escribió Luis Majul acá, en Hipercrítico. Y la verdad, eso le ocurrirá a él. A mí no me pasa.

A mí me da ganas de vomitar el fiscal que imputó a un pintor que estaba trabajando en la casa de la víctima porque “tiene la agilidad de un mono”.

A mí me da ganas de vomitar el fiscal que, en pleno secreto de sumario, permitió que desde su fiscalía se filtrase la acusación a Facundo Macarrón, en base a pistas genéticas que habían sido desechadas y a la frase de una declaración sospechada de ser conseguida en la mejor tradición policial.

Es cierto, hay excesos increíbles. Es feo que María Julia Oliván (qué feo es que ahora te toque como a mí criticar a los amigos) le meta una cámara no sorpresa sino traidora a Facundo Macarrón, sin avisarle que eso que el muchacho dirá en su buena fe se multiplicará en millones de casas de todo el país, sin darle lo posibilidad de decidirlo. Las cámaras en la puerta de la fiscalía juegan un juego más limpio y no son comparables con una cámara aviesa puesta detrás de un camión, como hicieron en La Liga. Peor aún que Telefé venda eso durante horas con sobreimpresos en pantalla que mentían: “Facundo Macarrón habla en Telefé”. El cartel verdadero debería haber dicho: “Facundo Macarrón es engañado por Telefé”.

En un mundo sin televisión, es más que probable que Gastón Zárate, el primer perejil, estuviera preso y listo. Es cierto que la gente de Río Cuarto salió indignada a defenderlo. Pero todo el país estuvo ahí porque lo vio por televisión. La marcha sola, sin las cámaras de la televisión, quizás no hubiera conseguido tanto. Es horrible pero es así. La Justicia es la que encarcela y muchas, muchísimas veces en este país embrutecido, nadie se entera: se cambian las pruebas de ADN, se encarcela a cualquier perejil y a otra cosa. Total nadie se entera.

Si el periodismo no hubiera seguido el caso y no hubiera contado una a una las barbaridades de la fiscalía, que ahora imputa a dos personas distintas en el mismo crimen con diferentes procederes, hoy el culpable sería Gastón Zárate o Facundo Dalmasso. Y todos contentos.

Y a María Marta, la habría matado la kinesióloga.

La televisión comete excesos morbosos, es innegable. Pero incluso esos excesos morbosos son preferibles al silencio. Los miles de perejiles que pueblan las cárceles nacionales seguro que pedirían que se hubieran fijado en ellos, aunque sea de manera morbosa. Y eso sí que da ganas de vomitar.

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