UN REGRESO A MICHAEL JACKSON EN THRILLER
Los inicios del videoclip

Thriller - Michael JacksonPor: Julián Gorodischer. Recomiendo volver a Thriller: fusión de relato gótico y coreografía pop que deja ver los orígenes del videoclip. Quien lo intente podrá tomar contacto con un ritmo narrativo ralentado que parece inverosímil medido bajo la norma hegemónica del videoclip actual.

Eso que se ve está en las antípodas de la actualidad del género: todavía se narraba una historia, había relato, permiso para explayarse en el detalle, para hacer composiciones de lugar, para dejar fluir a la historia en tránsito del cine al cementerio, para concebir una linealidad entre el principio y el final de lo que se está contando, para desarrollar el tema de acuerdo a una estructura de introducción, nudo y desenlace, para necesitar un clímax, una progresión dramática, una sucesión –incluso- de géneros que abarcan el terror y la sátira.

Michael, bien negro (¡qué experiencia comprobar los alcances de la mutación humana por contraste entre el pálido monstruo de antes de morir y el moreno de nariz ancha de entonces!) acompaña a la chica a la salida del cine y empieza a punzarla: “Es sólo una película…”, mientras la asedia.

Nace su personaje fundacional: no canta al amor, ni al sexo sino a la erotización del miedo, a la sensualidad del cuerpo desfigurado. “Las criaturas se arrastran en busca de sangre”, recita victorianamente la voz en off mientras los muertos salen de sus tumbas, y Michael Jackson canta: “Yo puedo darte más miedo que cualquier fantasma que te atrevas a imaginar”…. “Porque esto es miedo”…. Un poco más acá está el break dance: su feísmo, la línea recta, el cuerpo regido por quiebres bruscos. “Porque esto es miedo”: sin abandonar la sonrisa, la mirada lujuriosa, el traje rojo furioso pegado al cuerpo.

También al videoclip, en Thriller, se lo ve desfigurado, nacía algo monstruoso –si se lo juzga desde la hegemonía de hoy-; por momentos la historia se hace literaria; la imagen se toma tiempo para que las tumbas se abran de a poco y salgan los monstruos; en la versión ampliada de casi diez minutos hay tiempo y voluntad de personificar al “chico” y a la “chica”; se suceden las citas a la novela gótica, al gore contemporáneo.

“Bajo la luz de la luna ves algo que te para el corazón”, dice Michael, anunciando la continuidad del monstruo ficcional más allá de la ficción, en esa construcción corpórea real que encarnó su imagen previa a la muerte: blanqueado, la nariz devenida en hilito, los ojos saltones que ya perdieron el marco, el pelo de muñeco siempre húmedo, el puño y el pie frenéticos, el gesto de poseso cuando casi arrojó a su bebé a la multitud desde el balcón, el demonio consumado en el intento de asfixiar a otro bebé con una tela: continuidad perfecta con ese primer monstruo que aterroriza a la chica y canta: “Así que cierra los ojos y compartamos juntos un asesino, espantoso, escalofriante, terror” en Thriller.

Michael Jackson, ente revulsivo y misterioso: invocó a la adoración de un Peter pan diabólico, fue el costado más oscuro –quizá la crisis, o el sinceramiento del star system- implicado en la adoración al ídolo del espectáculo masivo.

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