LA CULPA DE PARDINI
Estamos locos por el rating y no vale la pena

La TelevisiónPor: Osvaldo Bazán. Quizás la culpa de todo la tenga Guillermo Pardini, que allá lejos y hace tiempo comenzó en el “Yo amo la TV” de Canal 7 leyendo planillas de rating. Debo decir que también caí en eso y sé que de nada sirve que alegue que fue un pedido de producción y que no estaba en condiciones de decir que no. Más de una vez he dado en periodismo gráfico -o televisivo-, cifras de rating.

Pero tenemos que hacernos cargo de que instalamos en el público una cosa horrible: el espirítu River/Boca que tan bien se lleva con nuestra parte nacional más mediocre, que ha hecho creer, desde el periodismo que se ocupa de la televisión, que el dato del rating es “el” dato. Y fue la autoprofecía cumplida. Valoramos tanto el rating que hoy ya no se puede hablar de otra cosa. Hoy es de lo único que se habla. Cada programa de televisión del que se hable viene con el numerito pegado. Una crónica se cree incompleta si no viene con el recuadro de “¿cuánto hizo?”.
Clarín con su facilidad omnipotente para decidir cómo se hace periodismo hoy en Argentina instaló cotidianamente, desde la “pelea” “Gran Hermano/ Bailando por un sueño en Showmatch”, el relojito del minuto a minuto.

Hace tres o cuatro años, en el periodismo gráfico sólo se publicaban los ratings en “La pavada” de Crónica con un día de retraso. Hoy están casi “on line”. El suplemento de espectáculos de Clarín se cierra en la misma noche -antes se hacía a la tarde- porque tienen los ratings de la madrugada.

No sé si entendemos la locura de que el producto televisivo sólo valga en función de la cantidad de gente que lo estuvo mirando. Una vez aceptado ese nivel de delirio, imaginemos ahora algo más increíble: hicimos que al público eso le interese. Ya conseguimos que el público no hable de programas sino  de números y de quién le ganó a quién. “¿Cuánto hizo?” es la pregunta, no “¿qué hizo?”. La señorita Pelusa de primer grado me enseñó que no se pueden sumar peras con manzanas.
Eso es lo que hacemos cuando comparamos el maestro muerto en Neuquén, “contra” el bulto del “soñador” de Ileana Calabró (el nuevo gran tema de la televisión argentina), “contra” los videos rockeros de Capussoto en Canal 7 “contra” el Informe Automotor de la primera mañana. Clarín llegó a hablar de “el rating del candidato” en un recuadrito sobre Daniel Filmus, contando los puntos que “hizo” el ministro de Educación en una presentación televisiva. ¿Qué dato es ése? La escalada por el absurdo puede seguir hasta poner a cada candidato en un canal distinto y ver qué mira la gente según Ibope y listo, qué tanto proceso eleccionario.

Por si fuera poco al público se lo mantiene en una ignorancia supina al respecto. Hace poco una señora me contó que en su casa sintoniza en dos televisores la novela que le gusta, porque tiene miedo que el canal, si tiene poco rating, se la levante y se la mande a los fines de semana (cosa que efectivamente hará Canal 9 con Uga Uga, Telefé con Bellísima y Canal 13 con Tierra de Pasiones porque prometen a su audiencia dar unos 90/100 capítulos de una novela, pero como no consiguen el rating deseado, la mandan en capítulos imposibles de dos horas a las nueve de la mañana del sábado. Para gente que no sigue los avatares televisivos: esto no es ficción, esto lo vienen haciendo los canales desde hace años. No sienten ninguna responsabilidad con su público. Y esto ocurre en el mejor de los casos. En el peor pueden levantar novelas al cuarto capítulo sólo porque “no funcionó”. Si vas a ver una película y en la mitad del segundo rollo se termina sin llegar al final, ¿qué harías?).

Nos pasamos el día hablando en televisión y en radio de “cuánto hizo”, pero no nos tomamos dos segundos para explicar que hay menos de 700 aparatos conectados sólo en Capital Federal, de los cuales se extrae el dato de qué miran cuarenta millones de argentinos en televisión. Nadie le dice a la señora que por más que encienda mil televisores, no va a salvar a su novela porque esos televisores no entran en la muestra de Ibope.

El número del rating es algo que sólo debería importar a productores y anunciantes. Y no sólo eso: el número general dice bastante poco. ¿De qué le sirve a las computadoras Vaio  o a BMW saber qué miran casi todos los pobres o casi pobres del país? ¿Para qué le sirve a profilácticos Prime que Showmatch o Gran Hermano sean éxitos imbatibles en número, si gran parte de su audiencia está conformada por niños, claramente, no usuarios de su producto?

En la medida de lo posible trataré de no dar más ratings en mis notas. Bueno, depende de qué esté pidiendo el minuto a minuto, claro.