  Por: Julián Gorodischer. Un año más, se terminó la temporada de Mar del Plata, y estuve ahí para verlo. Caían las marquesinas, se iban los camiones con pantalla, se desmantelaba ese Beverly Hills que nos toca, el que cada año permite sentirse adentro de la televisión. Antes, la mezcla de sketches, monólogos sobre la farándula, guerras de vedettes y sucesión de “atracciones” como en un circo sin animales recibía el mote de teatro popular. Los 70 a 100 pesos que hubo que pagar, este verano, por cada entrada de Vedetísima a Danza con Cobos convierten al género (¿revista?, ¿vodevil?, ¿televisión sobre tablas?) en una zona de consumo de privilegio. En esencia, nada cambia.
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