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Por Luis Majul (Columna publicada en Diario La Nación) Sergio Massa todavía se pregunta cómo puede ser que en menos de un año pasó de comerse crudos a sus rivales a tener que aguantar que el intendente de San Martín, Gabriel Katopodis, le diga que no puede acompañarlo porque si lo hace, se termina su carrera política. "Gabriel es mi amigo. ¿Qué fue lo que hicimos mal?", se preguntó.

 

De las doce fugas de intendentes y referentes que Massa tuvo que soportar, la de Katopodis fue la que más lo afectó. Ayer a la mañana, cuando miró la foto de su amigo con el secretario general de la Presidencia, Eduardo Wado de Pedro, tomó verdadera conciencia de que su proyecto presidencial no tiene un destino promisorio. Los que lo conocen bien sostienen que el líder del Frente Renovador ya está pensando en su futuro, más allá de lo que anunció ayer. Tiene una mezcla de tristeza y resentimiento. Anota en su mente la lista de "hipócritas" que le juraron amor eterno cuando superaba en las encuestas a Daniel Scioli y Mauricio Macri. Pero no alcanza a comprender la velocidad y le envergadura de la destrucción de su armado. Ahora le metieron en la cabeza que Francisco de Narváez era "un espía de Scioli". Y el ex intendente de Almirante Brown Darío Giustozzi, un "topo" de (Florencio) Randazzo.

El jefe de gobierno de la ciudad, sin embargo, no cree en conspiraciones para explicar lo de Massa. Con los números de las encuestas en la cabeza, sostiene que fue "usado" por la mayoría de los argentinos para evitar que Cristina Fernández fuera reelegida. Afirma que, una vez desatada la "dinámica de la polarización", aparecieron las debilidades estructurales del Frente Renovador. Según el equipo de Pro, en los focus groups los consultados decían que Massa parecía demasiado joven e inmaduro para ser presidente. Que hacía poco tiempo que había dejado de ser parte del Gobierno y del oficialismo. Que era un salto demasiado grande pasar de la intendencia de Tigre a gobernar un país. Tampoco entendían cuáles eran los ejes principales de su propuesta. En cambio, tanto Scioli como Macri aparecían como más maduros, más confiables y más reconocibles.

"Hace años que aparecemos en los diarios. Aunque más no sea por lo que leen y escuchan de manera superficial, saben qué queremos y qué intereses representamos. Por eso la final va a ser entre nosotros dos. Porque no hay tiempo ni espacio para las novedades políticas", argumentó Macri ante uno de sus armadores, que trataba de convencerlo para establecer algún tipo de acuerdo con el ex intendente de Tigre. El jefe de gobierno de la ciudad le respondió que el único acuerdo posible es el mismo que pactaron para las elecciones legislativas de 2013, pero al revés. "Antes del cierre de listas, Massa me llamó para que bajara a mis candidatos y garantizar así el triunfo contra el Frente para la Victoria. Yo acepté, a regañadientes, porque comprendí que corríamos el riesgo de perder. Terminamos haciendo alianzas específicas en los distritos donde se podía. Él debería hacer lo mismo ahora". ¿Qué sería hacer lo mismo? "Que diga en público que apoya la lista Macri presidente. Que les permita a los intendentes que todavía no se fueron y que tienen verdadera llegada a la gente hacer lo mismo y presentar listas acordadas. Y que se presente, ante los argentinos, como el hombre que ayudó a evitar la continuidad en el poder del Frente para la Victoria", me dijo alguien que habla en nombre de Macri.

"Ésa es una rendición incondicional. Es soberbia pura", argumentaron cerca de Massa, horas antes del cierre de listas para inscribir los frentes electorales. El intendente de Tigre no tiene tiempo ni espacio para pensar con la cabeza fría y encontrar la salida menos dañina. En cambio, Macri ya está pensando en cómo ganarle a Scioli y transformarse en el nuevo presidente. No subestima a su adversario: se jacta de tener estudiado el "fenómeno Daniel" hasta sus últimas implicancias. Considera que es uno de los políticos más hábiles de la Argentina. Y que tiene la dosis de suerte necesaria como para llegar a la primera magistratura.

Lo que más sorprende a Macri son los datos cualitativos que arrojan los estudios que mandó a pedir. Le dijo esta semana a su círculo de incondicionales: "Es el peor gobernador de toda la historia reciente de la provincia de Buenos Aires. La provincia está hecha pelota. Nunca hubo tanta inseguridad como durante su gestión y, sin embargo, la mayoría de la gente no lo hace responsable de la decadencia y los problemas que tiene". El dato que más lo sorprende es el de la inseguridad. "Casi el 80% de los consultados acepta que el principal problema que tiene la provincia es el de la inseguridad. Pero apenas hace responsable a Scioli por la cantidad de robos y asesinatos que se multiplican día a día", informó el hombre de Macri.

El equipo de campaña de Pro confía en que Randazzo, su adversario en la interna de FPV, lo empiece a criticar con fuerza y con precisión y que "los medios y los periodistas del círculo rojo dejen de protegerlo o hacer la vista gorda". La candidata a gobernadora María Eugenia Vidal también está esperando la "orden de largada". Tiene una carpeta con información sensible. Desde un pedido urgente para que Scioli dé a conocer su declaración jurada hasta los datos de funcionamiento, área por área, desde la salud, hasta la educación, pasando por la seguridad y el "caprichoso uso del presupuesto".

Dicen que Macri se sobresaltó y gritó "no puede ser" cuando le explicaron cómo el Gobierno ocultaría, disimularía o manipularía "los verdaderos datos de la inseguridad y la violencia" en la provincia más grande del país. Por eso Macri dice que Scioli es más de lo mismo y que cuatro años con él de presidente implicarían más decadencia, más ineficiencia, más mentira y más atraso.

No se detiene a pensar qué papel va a jugar Cristina Fernández en las presidenciales de octubre. Tampoco el impacto que va a tener en las PASO el aumento de los salarios después de las paritarias y el incremento de la asignación universal y los demás planes sociales. El secretario general del gobierno de la ciudad, Marcos Peña, es el más optimista de todos. "Tendrá menos impacto que la demanda de un cambio cultural profundo, derivado del hartazgo de la mayoría de la sociedad que piensa que desde hace 30 años gobiernan más o menos los mismos y el país está cada vez peor." Él cree que, tarde o temprano, no sólo los votos de Massa sino también los de Margarita Stolbizer irán a parar a Macri. No porque lo amen. Sino porque está parado en el lugar exacto y en el momento justo.