Nun fue una de las víctimas de la dictadura. Tuvo que dejar el país, amenazado por sus ideas políticas. Pero ahora trabaja de alcahuete y se cuida de que su presidenta no sea criticada desde un edificio histórico y emblemático, símbolo de la libertad de expresión.

Otros problemas

Es cierto que, en el medio del paro del campo, la inflación que crece cada día más, la inseguridad que no se detiene y la injusta distribución de la riqueza que ostenta este país, que un burócrata de turno haya impedido que uno de los artistas más lúcidos de la Argentina responda desde el Cabildo, no va a detener el curso de la historia.

También es cierto que, llenos de bronca, decidimos hacer la nota en Plaza de Mayo, de espaldas a la Casa Rosada; y que el ministerio de Justicia y Seguridad no fue más papista que el Papa, y nos facilitó el trabajo.

Pero no queríamos dejar de decir que lo ocurrido nos parece una brutalidad y una vergüenza. No puede ser que le permitan la utilización del Cabildo a otros programas, sólo porque les caen más simpáticos que Enrique Pinti.

Quizá, como se sienten los dueños del país, pensaron que nos íbamos a callar la boca.

Me enorgullezco de este equipo de producción que me insistió para que lo denunciara, y agradezco a los medios de comunicación que se hicieron eco de este hecho.

Pinti habló desde la Plaza de Mayo. Pero la próxima vez lo hará desde el Cabildo. La indignación pública que generó la negativa de Nun hizo que la secretaría de Cultura reconsidere su decisión y autorizara la presencia de Pinti en una de las casas del pueblo.

Me alegro.

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