JORGE LANATA Y CRÍTICA DE LA ARGENTINA
Veinte años después es mejor

Crítica de la Argentina - Número UnoPor: Luis Majul. Cerca de la una de la mañana del domingo 2 de marzo, Jorge Lanata lo hizo de nuevo. Igual que Charly con la guitarra, tomó el micrófono que no terminaba de funcionar, lo tiró contra el piso, mandó a la mierda a todo y se despidió así de las cientos de personas que colmaron el aula magna de la Facultad de Derecho y que esperaban con impaciencia la salida de la primera edición de Crítica de la Argentina.

Antes desplegó con eficiencia su plan antimarketing:

* Explicó que el diario estaba financiado por los carteles de Medellín, Cali y Tijuana.

* Insistió con la romántica idea de ser el último diario de papel, justo en el momento en que los grandes diarios del norte decretaron su muerte.

* Contó una vez más la anécdota de aquella carta que recibió en Tucumán, escrita con una Lexington 80, y que cuando la vio exclamó: “¿Quién escribió una carta con mi letra?” para fortalecer la idea y señalar que en primer lugar es un hombre de gráfica.

* Advirtió que el diario no estaba bueno, y que sólo podía prometer que iba a estar mejor en los próximos cinco años.

* Aclaró que el diario no iba a hacer la revolución en las próximas 24 horas.

* Anunció una primicia muy fuerte para el lunes.

* Y antes de tirar el micrófono contó que en ese momento estaban entrando 96 personas por segundo en criticadigital.com

En primera fila, el embajador de los Estados Unidos, Earl Wayne, la señora Mirtha Legrand y Alvaro Vargas Llosa, escuchaban, entre incrédulos y divertidos.

Y Crítica  llegó

Tarde. Muy tarde. Cerca de las 2 de la mañana. Y con un pliego menos (desde la página 25 hasta la 40).

Lanata tiene razón.

A Crítica de la Argentina le falta un montón, pero es mucho más fácil decirlo que montar semejante proyecto.

Crítica de la Argentina es como Página 12, pero veinte años después. Es decir, mucho mejor.

Su diseño no es novedoso ni moderno, pero tiene un estilo zumbón que reconfortará a los lectores de Lanata.

Todavía no volteó a ningún ministro, y la investigación sobre los legisladores que mantienen sus bancas y a la vez hacen negocios está buena, pero no hace temblar a nadie. (Igual, el diario da revancha todos los días, y habrá que esperar).

Tiene menos páginas, menos despliegue y menos dinero que Clarín, La Nación, Perfil y Página 12, pero tiene un aura de “último mohicano”, periodistas muy profesionales y firmas muy valiosas. Se que me voy a olvidar de muchos, pero no quiero dejar de mencionar a Martín Caparrós, Daniel Capalbo, Coco Blaustein, Marcelo Panozzo, Miguel Bonasso, Reynaldo Sietecase, Damián Glanz, Gustavo Noriega, Luciana Geuna, Emilio Fernández Cicco, Nicolás Wiñazki, Leni González y Angela Lerena.

Y hace ruido

Más allá de la sobreventa de Lanata, del diseño, de su plan antimarketing, de su espíritu de estudiantina amateur, Crítica de la Argentina ya tuvo éxito.

Y no es porque vaya a recuperar el dinero que sus inversores están gastando todos los días.

No es porque se haya convertido en el mejor diario de la Argentina, ni en el más necesario (se sabe: se puede vivir perfectamente sin leerlos; ni éste, ni ninguno).

Es exitoso, entre otras cosas, porque logró impactar en la competencia directa, y eso, se supone, nos hará un poquito mejores y más esforzados, a todos.

El mismo domingo Jorge Fontevecchia se portó como un caballero y le deseó mucha mérde en la contratapa de Perfil. (También aprovechó para quejarse de cómo los medios electrónicos ningunean la aparición de un diario y para destacar, una vez más, que hacer un diario no es lo mismo que hablar por radio y conducir un programa de televisión).

Por su parte, Clarín utilizó las páginas 28 y 29 para destacar la primicia que significó el acuerdo político entre Kirchner y Lavagna. Y se espera que en las próximas semanas incorpore más secciones y redoble la publicidad.

La Nación usó las centrales 18 y 19 para recordar los nombres propios de todos los columnistas que escriben en el matutino, desde Manu Ginóbili hasta Mario Vargas Llosa.

Y Página 12, unas horas antes, estrenó nuevo diseño.

Ojalá que la salida de Crítica de la Argentina sirva para mejorar los sueldos de los periodistas, rompa la modorra de los grandes medios y ayude a romper el cerco de información que impone el sistema oficial.

Lo demás es puro ego.

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