FRENTE A LOS PRONÓSTICOS |
Aguante la segunda vuelta |
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Un matrimonio fuerte
Para los kirchneristas más dóciles, como Carlos Kunkel y Carlos Pichetto, por citar sólo a dos, la crispación de Cristina y el autoritarismo de Néstor son virtudes propias de los dirigentes con carácter, que saben lo que quieren y no dudan en imponerlo.
Para los que creen en el proyecto del matrimonio, pero tienen pensamiento propio, como los ministros Daniel Filmus y Carlos Tomada, los modelos que imponen los Kirchner son asuntos superficiales. Para ellos, lo que importa es que la economía crece, la desocupación baja, la gente está mucho mejor que en la época de Eduardo Duhalde y que los asuntos importantes, como los cambios en la Corte Suprema y la “memoria con justicia”, son logros indiscutibles que pasarán a la historia, por encima de las anécdotas.
Un buen mensaje
Pero que Cristina no triunfe en primera vuelta no sólo haría más humilde a la pareja presidencial. También implicaría un mensaje que, si es bien leído, podría ser entendido así:
-que la gente valora el crecimiento pero le teme a la inflación
-que premia el rumbo pero castiga los hechos de corrupción
-que está cansado de la soberbia y la displicencia con que los inquilinos del poder tratan a todo el mundo, y especialmente a los medios y periodistas.
Un país en serio
A los pocos días de asumir, con el 22 por ciento de los votos, Kirchner acuñó el slogan “Un país en serio”. Cuando su proyecto ganó las últimas legislativas, sintió que no le debía nada a nadie y se sacó de encima a Roberto Lavagna y a cualquiera que le pudiera hacer sombra.
Ahora es necesario advertir que un país en serio se construye con un gobierno que no tenga la suma del poder, con un Congreso que cuestione y que no sólo apruebe las leyes que manda el Ejecutivo, con un Poder Judicial independiente y con magistrados que no tengan miedo de ser sometidos a juicio político si condenan a funcionarios acusados de corrupción, con una prensa que se rebele ante las presiones y que no dependa de la pauta oficial o de la amenaza del Presidente o sus delegados para informar como corresponde.
Pero si Cristina gana en primera vuelta, como pronostican hoy la mayoría de las encuestas, la acumulación de poder será tan grande, y la soberbia de los que mandan será tan potente, que pronto el aire se tornará irrespirable, y las instituciones que la candidata tanto promete fortalecer, se volverán figuritas decorativas.
Algo parecido sucedió cuando Carlos Menem estaba en su apogeo.
Y así nos fue.
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