LANZAMOS HIPERCRÍTICO.COM
"Para romper los códigos de silencio"
Luis MajulPor Luis Majul. Me hice periodista a los 17 años, y desde entonces no dejo de escuchar el ruido ensordecedor de la batalla entre colegas, dueños de medios, docentes vinculados al periodismo y a la comunicación, y académicos que levantan el dedo para decirle al mundo cómo se debe informar.

La batalla casi siempre es solapada, casi nunca es pública y se libra en los pasillos de las universidades, las redacciones, las radios, los canales y los sitios en los que los movileros ponen el cuerpo y el micrófono al servicio de una causa siempre ajena.

 

Las críticas a periodistas y medios suelen venir mezcladas con ataques de ira personal, envidia, encuestas de dudosa legitimidad, declaraciones rimbombantes vinculadas a la ética, la independencia, la manera de ganarse la vida, los vínculos con los anunciantes y el poder de turno.

 

En el medio de este caudaloso río revuelto se destacan dos supuestas verdades reveladas que atraviesan el mundo del periodismo y la comunicación social. Una: que criticar y hablar de otros profesionales es “hacer periodismo de periodistas”,  “delatar al colega” y que eso no le interesa a nadie. Dos: que los receptores de la información no necesitan que otros analistas se pongan por encima de todo, porque ya es suficiente con presentar las noticias para que el público se de por enterado de las verdaderas intenciones del medio y del periodista.

 

Para los defensores de la primera verdad revelada hay una mala noticia: los lectores buscan cada vez más saber qué hay detrás de los medios y los periodistas, porque intuyen la compleja trama de intereses cruzados que los atraviesan. De manera que analizar a un columnista o al medio donde trabaja constituye un servicio que se ofrece poco y que cualquier lector inquieto agradecerá.

 

Y para los que sostienen que la sola noticia desnuda las verdaderas intenciones de un medio o de un comunicador es necesario presentar una brevísima clase de periodismo de primer año. La mejor manera de acercarse a la verdad es mostrar todo. Y todo es: el contexto, los antecedentes y la salsa con la que se condimenta la comida que en este caso se llama información.

 

Hipercrítico.com no pretende transformarse en el púlpito desde donde se dictará cátedra al resto de los periodistas y críticos. Pero sí aspira a enviar algunas señales para desandar el camino de las verdades reveladas y los lugares comunes. También buscará atacar a los grandes y los pequeños círculos de poder que se eternizan en el fascinante mundo de los medios.

 

Desde que empecé a soñar con esta idea, no hay persona vinculada directa o indirectamente a los medios que no me haya advertido que lanzar Hipercrítico.com es la mejor manera de ganarse enemigos.

 

A mi me gusta pensar que Hipercrítico.com es solo una forma más de hacer lo que hice toda mi vida: nadar contra la corriente, salir de lo establecido, no dar nada por sentado, usar la nariz para respirar aire puro y mirar un poco más allá de lo primero que se ve.

 

Es decir: practicar el periodismo y punto.