CLIMA DE ÉPOCA |
Ser periodista en la era K |
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Precisamente en uno de esos programas, en enero de este año, el propio Néstor Kirchner reveló cuál es su mirada profunda sobre el ejercicio del periodismo cuando, para explicar cómo, según él, Héctor Magnetto pretendía cambiar apoyo mediático por nuevos negocios, al ex presidente se le escapó que él mismo le preguntó:
-¿Pero qué garantías tengo de esa protección mediática?
Lo que el ex presidente quería saber es cuál era la verdadera capacidad de disciplinar a sus periodistas que tiene el CEO de Clarín.
Para ser justos, la idea de disciplinar, silenciar o domesticar a periodistas no es exclusiva de Kirchner. La practicó Raúl Alfonsín bajo la amenaza de que una información inconveniente podía poner en riesgo la estabilidad democrática. Durante la primera etapa del gobierno radical, quien se atreviera a publicar un dato negativo o una opinión crítica era calificado de golpista.
También Carlos Menem ejerció presión sobre los periodistas de diferentes modos: desde la presentación serial de demandas millonarias hasta el exitoso pedido a los entonces accionistas de América para levantar un programa que mostró por primera vez las imágenes de la pista y de su casa de Anillaco.
Lo que si es inédito es el nivel de energía y recursos que utiliza el kirchnerismo para evitar que los diarios, las revistas, las radios y la televisión difundan información que ellos consideran perjudicial.
Jamás un gobierno democrático gastó tanto dinero del Estado en financiar, de manera formal e informal, a diarios, revistas, programas de radio (o la radio entera), programas de televisión (o los canales enteros), filósofos, relatores de fútbol, actores y actrices, estrellas de rock, hinchadas de fútbol, blogueros, dirigentes sindicales, sociales y humanitarios. Y nunca otro gobierno logró tanto a cambio de semejante inversión. Desde las tradicionales firmas de solicitadas hasta los ataques virulentos y personales de ex periodistas a colegas con los que antes compartían no solo el trabajo sino también la vida social.
Así como la dictadura militar dejó como herencia la cultura del miedo y el menemismo nos legó la cultura de la frivolidad, el kirchnerismo, a través de sus acciones para conservar y acumular más poder, dejará marcada, durante muchos años, la cultura de la confrontación, la prepotencia, el autoritarismo y el uso del dinero público y poder del Estado para destruir a quien considera “su enemigo”.
Hoy, en el Día del Periodista, el gran desafío es seguir trabajando con excelencia y profesionalismo para evitar que este clima de época lo destruya todo.
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