UNA JUGADA AUDAZ |
La próxima “decisión histórica” de Néstor Kirchner |
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Todas estas novedades aparecieron nítidas en el transcurso de la Tragicomedia del Fondo del Bicentenario y sirvieron para confirmar que en la pelea por el poder las vacaciones no existen y que para diciembre de 2011 resta una eternidad.
Pero por encima de todo, falta responder dos preguntas clave, cuya respuesta develará parte del futuro en el año que recién empieza. Una es ¿de dónde sacará el gobierno el dinero que precisa para administrar sin incovenientes y al mismo tiempo controlar a intendentes y gobernadores? Y la otra: ¿Qué otra caja manoteará Kirchner si no puede alzarse con los 6.500 millones de dólares del Fondo del Bicentenario o si, aún cuando lo consiga, el ritmo del gasto público determina que podría ser insuficiente?
Aunque parezca un contrasentido, a la oposición le conviene que este gobierno termine su mandato en las mejores condiciones. Es decir: que no deje a su sucesor una bomba de tiempo imposible de desarmar sin que estalle todo. Todo es: una inflación que crece con cierta prisa y nada de pausa; el aumento geométrico de los subsidios a grandes empresas para no actualizar tarifas y perder más votos; un enjambre de planes sociales y subsidios para los que no tienen trabajo y no conocen lo que es levantarse durante la mañana para ganarse el pan de cada día.
En este contexto, lo ideal sería que a Cristina Fernández le permitieran hacer uso del Fondo del Bicentenario, pero con los límites necesarios para evitar que Kirchner los destine a una temprana campaña electoral. Es decir: con el margen suficiente como para que no cunda el pánico y la administración K no se vea obligada a recurrir a soluciones desesperadas, como el uso de los fondos de los bancos privados o la nacionalización de los depósitos. Un ex ministro que formó parte del gabinete de la jefa de Estado y que se jacta de conocer a su esposo como pocos pronosticó, dos semanas atrás, que si Néstor no consigue financiar su proyecto con parte de las Reservas del Banco Central plantearía una jugada audaz y magistral, como para matar varios pájaros de un tiro: impulsaría la estatización del juego. Así, demostraría ante una buena parte de la sociedad que Cristóbal López no es su socio y a la vez conseguiría platita fresca para las arcas del Estado, o una nueva caja a la que recurrir. Los hombres de negocios que conocen al ex presidente saben que con él, hasta lo más disparatado se hace verosímil. Sebastián Eskenazi, el dueño argentino de Repsol YPF, no descarta que un buen día la presidenta llame a conferencia de prensa y anuncie la nacionalización de la empresa, con el argumento de que las ganancias producidas por el petróleo que se extrae de la Argentina deben quedar en manos de los argentinos.
Los que siguen su discurso con atención apuntan que Kirchner pretende quitarse la imagen de Dueño de la Argentina para ser recordado como un héroe por los futuros manuales de Historia. Hace días que viene reivindicando, una y otra vez, gestos y decisiones que apuntan a ese objetivo. El haber descolgado el cuadro del dictador Jorge Rafael Videla, la decisión de desendeudar al Estado frente a los acreedores externos, la estatización de las AFJP y la asignación por hijo son acciones que él mismo presenta como trascendentes.
Los dirigentes más entrenados están a la espera de la “próxima decisión histórica”.
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