KIRCHNER PERDIÓ EL INVICTO
ElClarínestridente sonó

Tapa Clarín - Domingo 20 de mayoPor: Luis Majul. El gobierno perdió la virginidad. Y no sólo porque cayó su invicto en materia de corrupción. No sólo porque algo se quebró en la provincia del Presidente, incluido el miedo al apellido Kirchner, como quedó registrado con el escrache y ataque a la ministra Alicia. No sólo porque volvió la crispación, como en diciembre de 2001, en Constitución y en Mendoza. El dato más importante que prueba que el Presidente dejó de ser intocable es que Clarín decidió informar a sus lectores como nunca lo había hecho desde que esta administración asumió, hace casi cuatro años.

En efecto: hace una semana que el gran diario argentino ya no es el mismo. Porque decidió incluir en su tapa, con título catástrofe y amplio desarrollo, el caso Skanska. Y  porque sus columnistas más importantes, desde Eduardo Van der Kooy para abajo, empezaron a hablar de los errores de Kirchner con el mismo tono con que criticaban a Carlos Menem a partir del primer escándalo que lo afectó: el de las coimas del Swiftgate. Un título de una nota de la semana pasada firmada por Julio Blanck es más que sugestivo. Incorpora el concepto: “al gobierno le empezaron a entrar las balas”. Hay otros datos aleatorios, que quizá pasan imperceptibles para el gran público pero resultan muy sugestivos para los que seguimos con detenimiento los medios de comunicación: hasta Televisión Registrada, el programa manejado por Diego Gvirtz, alguien considerado cercano y funcional a este gobierno, empezó a incluir en sus informes imágenes y recortes con críticas a Kirchner que nunca antes se vieron.

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La metamorfosis

¿Qué fue lo que produjo la transformación de Clarín y otros medios del grupo?

No hay información confiable al respecto. Sí algunas hipótesis. Una sostiene que el cambio de estrategia responde a la pretensión del grupo de quedarse con la parte del león en el nuevo negocio de la televisión digital. La otra parece menos conspirativa y alude a lo que se denomina el Olfato Clarín. Se trata de un don especial,  que consiste en captar el hartazgo de la sociedad con respecto a los gobiernos de turno.  Los que abonan la segunda interpretación sostienen que el matutino y sus medios electrónicos se pueden dar el lujo de no informar lo evidente hasta cierto punto. Siempre un poco antes del enojo y el rechazo de sus lectores, sus oyentes y sus televidentes.

Todos los presidentes de la restauración democrática, desde Raúl Alfonsín a Eduardo Duhalde, negociaron con Clarín el tipo de vínculo que los uniría. Alfonsín suele decir que el error más grande de su gestión fue no impedir, a través de una ley, la consolidación de un grupo al que muchos consideran monopólico. Menem le adjudica su desgaste al multimedio y Duhalde considera que se pudo ir bien, a pesar de que se despidió antes de lo previsto, porque el diario no se ensañó con su figura.

El Presidente de ahora siempre tuvo la fantasía de inflar otro monstruo mediático para equilibrar lo que considera el poder desmesurado de Clarín. Soñó con una versión de El País de Madrid en Argentina que pronto quedó en la nada. Imagina una nueva señal de noticias que se transforme en la contracara de Todo Noticias y de América 24. Los enormes esfuerzos del jefe de Estado para neutralizar el poder del gigante ya empiezan a entrar en tiempo de descuento. El estridente sonido de Clarín representa el dato más contundente.

A esta altura Kirchner debería estar festejando la ausencia de una oposición lúcida capaz de transformarse en una alternativa. Es la única razón por la que todavía no empezó a preparar las valijas para irse de la quinta presidencial de Olivos.

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