 Por: Luis Majul. Néstor Kirchner se acaba de poner el disfraz de cordero debajo de su piel de lobo político. Alentado por su leve repunte en las encuestas, con una baja mínima en su imagen negativa y una suba módica en su imagen positiva, ha dado la orden terminante de reducir el nivel público de confrontación. Artemio López, uno de sus habituales consultores políticos, se lo había advertido hace tiempo.”Cada vez que te peleás, irritás más a la clase media. En cambio, cuando no reaccionás frente a los ataques, baja la negativa y sube la positiva, porque la economía anda bien y eso te favorece”. López también le dijo que la presidenta Cristina Fernández tenía menos imagen negativa que él, pero Kirchner hizo como si no lo hubiera escuchado. La jefa de Estado sabe a qué se refiere el consultor. “¿Vieron? Ahora no me enojo más. Ahora solamente me fastidio”, destacó en el medio del anuncio del último aumento a los jubilados, antes de quebrarse y llorar cuando habló de las cosas que estaba haciendo su gobierno “por la gente”. Ya está en pleno funcionamiento la vieja jugada de pingüino o pingüina, pero nadie que conozca bien a Kirchner ignora sus ansias de volver a ejercer a pleno el cargo de Presidente, ni lo incómodo que se siente cada vez que el protocolo lo obliga a ubicarse detrás o debajo de ella.
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