Por: Luis Majul. Todavía no tuvo tiempo de completar su duelo íntimo, pero ya no le queda más que una opción de hierro. Cristina Kirchner será presidenta una vez más, o no será nada. Y en pocos meses, tendrá que encabezar una campaña con la misma energía que pensaba usar Néstor Kirchner, su esposo. La máquina de mantener y acumular poder del peronismo no dejó de funcionar ni durante el velatorio. Es ella o el caos, dictaminó. La mayoría lo planteó en voz baja, el mismo día de la desaparición física de Kirchner. El canciller Héctor Timerman, no. Lo hizo en público, sin ningún pudor, como si toda su vida hubiera sido peronista. Enseguida se le plegaron, con mayor o menor prudencia, desde el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, hasta el dirigente social Luis D´Elía, pasando por el diputado nacional Agustín Rossi y el impulsor de la ley de medios, Gabriel Mariotto. ¿Está bien o está mal? Nadie se lo pregunta con seriedad. Son conservadores: sólo parecen preocupados por no perder lo conquistado.
|