DESPUÉS DE LA GRAN BODA |
Hola Susana, chau Wanda |
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Tan generosa fue esta chica que se casó en dos tandas, brindándonos más tres semanas de jolgorio. Ahí no más, la tía Catalina nos amenazó desde el noticiero que los chicos se iban a casar principescamente, apenas adelantando que las cintitas iban a colgar de una chocotorta. Claro que como periodista de fuste, no reveló las fuentes de tan importante información, en la confianza de que nadie más que ella había leído de la edición de la revista Caras que nos trajo a los argentinos los auténticos detalles de la buena nueva.
La segunda semana se coronó con la boda civil y el té palaciego. Por si quedaba alguna duda de que el patriciado argentino residual está en las rutas y ya no transita por la calle Alvear, el Palacio Duhau se llenó de plataformas y extensiones recién estrenadas. Para ese entonces los medios ya habían tenido tiempo de preparar informes especiales recordando la breve pero intensa carrera de esta mujer de reconocidas habilidades orales, devota confesa de Santa Teresita, que decía a quién le pusiera el micrófono que su virginidad la guardaba para el amor de su vida. Y así fue que consiguió marido y página en Wikipedia.
Hoy apenas si quedan algunos coletazos de estas semanas tan intensas. La tan anunciada luna de miel en Mónaco se cambió a último momento por el Calafate, que si bien no les queda de paso en su vuelta a Rusia, por lo menos les sirve para ir adaptándose al clima. Es que el hombre de la casa tiene que volver a reponer en las arcas gananciales los dineros escandalosamente gastados. De hecho, hubo más medios preocupados en calcular los gastos de la boda que en ver cuánto había pagado el gobierno para promover las retenciones mientras la chica se casaba. Dicen unos que los chicos deben haber gastado como un millón. Los otros, doce veces más. ¿A qué no saben de qué gastos se ocuparon los noticieros?
Mucha prensa insistió en que era una boda “principesca”, “imperial”, de “lady europea”. Pero ella fue tajante: “Tuvimos un casamiento como el de Barbie y Ken”. Los que hablan de princesas se ve que leen poco la revista Hola. Ella, en cambio, que debe matar las soledades rusas mirando las fotos de la nobleza europea, prefiere, con modestia y realismo, presentarse como la muñeca que toda mujer querría ser.
Wanda sabe mejor que nadie que acá la única con título de nobleza es Susana. Por eso tenía que terminar raid casamentero en el living de la única lady vernácula. Juntas demostraron que no hace falta mucho para derrotar el gran imbatible de la televisión argentina. El pico de rating demostró que los espectadores distinguen claramente entre las chirusitas y las verdaderas reinas. Al periodismo a veces le cuesta un poco.
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