MÁS ALLÁ DE LA IMAGEN UNIDIMENSIONAL DE LA TELE
Breve comentario sobre la prensa prejuiciosa

Fernando Peña en La CornisaPor: Luis Majul. Conducir un programa de televisión es suficiente para que el supuesto “periodismo serio” te cuelgue el sanbenito de estrella o de famoso y te empiece a mirar de costado. Algo parecido sucede cuando empezás a hacer periodismo en radio. No importa que hayas trabajado durante años y de manera anónima en agencias de noticias, en medios que fueron pioneros de la lucha contra la dictadura y emblemas de periodismo de investigación, como Humor, Periodistas, La Razón de Jacobo Timerman o El Porteño. No vale que hayas escrito media docena de libros de investigación periodística para denunciar a los grupos económicos más concentrados y su relación promiscua con los gobiernos de turno o para tratar de iluminar las zonas oscuras de la prensa y los colegas chantas y corruptos. No cuenta ni siquiera que muestres por televisión las evidencias documentales de cómo una ministra permitió una exportación de armas nacionales a la que hicieron pasar por chatarra.

Nada es suficiente porque ahora lo que decís y hacés se multiplica por mil y está muy mal visto que un colega te recomiende para ganarte el Konex o te cite en la facultad por tu último trabajo de investigación o tu penúltima entrevista.

Es que el “periodismo serio” de donde vengo y en el que me formé presupone que trabajar en radio o en televisión no es hacer periodismo sino una cosa distinta. Un viejo amigo que pasó por Perfil y Clarín, y ahora hace comunicación institucional para una importante empresa aseguró, hace algunos años, que hablar por radio o por televisión no era trabajar. Tiempo después le tocó conducir un programa de cable.

No conseguía levantar la cabeza y mirar a la cámara.

Creo que nunca nadie le explicó que para hacer eso también hay que formarse. Educarse y aprender, igual que para realizar un buen reportaje o una buena investigación.

Prejuicio al cuadrado

Pero si apenas ponerte frente a una cámara ya te transforma en otra cosa, imaginen lo que puede significar entrevistar a personajes que no sean políticos aburridos, académicos de cartón y una serie no precisa de figuras de la actualidad que no salgan del canon de lo políticamente correcto.

No importan los diferentes matices que tenga el personaje.

No vale que detrás de una imagen banal haya una persona más rica que lo que suele mostrar la imagen  unidimensional de la tele, las revistas y los diarios.

No cuenta el impacto que pueda tener entre los lectores, los oyentes o los televidentes.

Da lo mismo si detrás de la figura hay una historia de vida cuyo relato le pueda servir al público para comprender un poco más la fama, el poder, la relación con el dinero y el vínculo con la cultura.

Es tan fuerte esta corriente prejuiciosa que más de una vez me sentí afectado por sus aires enrevesados.

Si la hubiese obedecido al pie de la letra jamás habría dialogado con personajes tan ricos  como Fernando Peña, Mario Pergolini, Ricardo Barreda, el odontólogo que asesinó a su mujer y a sus dos hijas, la ex esposa del ex presidente Carlos Menem o Charly García, por citar unos pocos ejemplos.

Ese prejuicio me volvió a atacar hace poco, cuando los productores de La Cornisa me propusieron entrevistar a Nazarena Vélez.

Al principio los despaché sin argumentos. Más tarde me tiraron por debajo de la puerta de mi oficina la nota que le hizo Alejandro Seselovsky en la Rolling Stone, el año pasado.

Alejandro, después de haber estado mucha horas con ella, la presentó así:

Diva conventillera de la TV bastarda

Poster de gomería

Santa Patrona de la cultura chatarra

Bestia mediática

Francotiradora

Sexy/ bocona/ bardera/ poster de gomería

Reina indiscutida del nuevo universo trash

No voy reproducir la crónica aquí porque me gustaría que no se privaran del placer de leerla o releerla.

Sólo quiero decir que, cuando terminé de disfrutarla, les pregunté a mis compañeros de la producción por qué habían tardado tanto en proponerla.

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