UNA ENUMERACIÓN DE POSIBLES FORMAS
Cómo leer a Aira

Las aventuras de BarbaverdePor: Juan Terranova. Lo nuevo de César Aira se llama Las aventuras de Barbaverde, salió por Mondadori y ya se pueden leer comentarios sobre el libro. Recomiendo la reseña de Matías Fernández en Hablando del Asunto  y la simpática nota de Fabián Casas en Perfil. Aprovechando el eterno retorno de Aira a la novedad editorial y abordando una vez más el enigma de su obra, voy a enumerar algunas posibles formas de leerlo.

1. Como una “Mujer de cincuenta años que vive en Palermo”. Esta lectura despistada confunde a Aira con un escritor nuevo, reciente, “a descubrir”, alguien que pese a su frondosa obra, recién ahora aparece, emerge, y por eso es “nuevo”. Si alguien le pregunta, el lector responde que está leyendo “un autor muy imaginativo”.

2. Como un “Estudiante de la carrera de Letras”. Esta manera de leer implica hablar de Aira con admiración desconfiada y señalar que es “muy prolífico”. De alguna manera esto molesta, porque lo incompleto juega en contra de los estudios y las monografías “que pretenden agotar el objeto”. Esta lectura es atenta y duda entre creerle y no creerle. Pero Aira le debe mucho. De hecho, su jardín creció con el abono de las cátedras. (Hay un subgrupo que es “Estudiante de la carrera de Letras que se dedica al siglo XIX”. En este caso, cita ocasionalmente los libros de Aira dedicados al siglo XIX argentino, que son varios y muy buenos.)

3. No hay que olvidar la lectura “Crítico serio de suplemento cultural”. Aquí Aira es objeto de diatribas encendidas o desdeñosos comentarios, aunque a veces se encuentran sesudas y alegres intervenciones a su favor. Se puede mezclar con cualquiera de las otras opciones, siempre y cuando no se ahonde en el tema. Esta lectura señalará, si es lúcida, que cuando se cansa de sí mismo, Aira cierra la novela a las apuradas muchas veces dañando el libro en su totalidad. Si es aun más fina, podrá descomponer el libro en partes y entender que Aira tiene excelentes desarrollos más allá de sus desenlaces, entre muchas otras virtudes innegables.

4. Se puede hacer también la lectura que él mismo ofrece en sus contadas entrevistas a medios extranjeros y en sus artículos que desgraciadamente no se han juntado en libro (salvo por una excéntrica edición brasileña titulada Pequeno manual de procedimentos). Esta es la lectura “Aira desde Aira”. En ella, el autor de Ema la cautiva es un escritor conceptual, inteligente, dinámico, de fina ironía y amplia erudición que viene a desbancar a fuerza de talento escritores anquilosados como Sábato o Cortázar. Es preciso para todo esto creer el mito de que no corrige, que escribe poco, poquísimo, pero puede publicar mucho porque lo hace todos los días (Véase este extraño cuestionario ibérico). También hay que sostener que Las aventuras de Barbaverde no es su vuelta a la novela extensa porque se trata de cuatro novelitas unidas y que incluso cuando se equivoca, el tipo es genial. (Esto me hace acordar a una observación de Plinio sobre Ovidio. Plinio decía: “Ovidio no sólo es conciente de sus errores, sino que incluso los ama”.)

5. En todas estas lecturas hay un momento de deslumbramiento, que luego se puede descomponer y hasta desvanecer. De hecho, Aira parecería no poder dejar de deslumbrar, sorprender, enceguecer. Los anti-airas son los que saturan de esta luminosidad y se rebelan, muchas veces ciegos o enceguecidos. A mí, contra todas estas acciones, me interesa buscarle la opacidad a sus libros. Lo leo entonces como un viejo vanguardista, barrial y universal al mismo tiempo. Lo imagino satisfecho, quizás un poco cansado, oculto de la fama incontrolable y siempre pobre que dispensa el campo cultural. Y así disfruto de sus artefactos y de sus ideas pero no dependo de ellos, porque los sé parte de un ciclo aún activo pero indefectiblemente atado a un pasado que se aleja cada vez más. El viejo vanguardista acaba de lanzar una nueva novela y yo la tomo y la examino. A veces disfruto la narración. Y si no, la dejo ir. De hecho, Aira ya es una parte impostergable de la literatura argentina y lo que pensemos o dejemos de pensar de sus nuevos libros no va a afectar esta verdad.

{moscomment}