BALANCE Y CONCLUSIÓN |
Lo que nos dejó la feria |
Por: Juan Terranova. Pasó la Feria del Libro número 34 y, a la hora de balances, los números cierran. Si le creemos a los cómputos oficiales, y miramos hacia atrás unos cinco años, la única conclusión posible es que el sector se recompuso de una manera formidable. Aunque los editores caminaron una vez más las alfombras de la Rural quejándose ante todo aquel que quisiera oírlos –escolares en día de visita, periodistas o curiosos– el saldo es positivo. La organización del evento informó que las ventas aumentaron entre un 15 y un 17 por ciento con respecto al año pasado, y si esto puede ser relativizado –los editores y los libreros son excelentes relativizando–, los mil quinientos expositores, los casi cincuenta paises representados y un público de casi un millón trescientas mil personas tendrían que alcanzar para sacar a cualquiera de la duda. |
El librero llora por teléfono
“Sí, pero de ese millón y pico de personas, ¿cuántos compraron un libro?” me dice por teléfono un amigo librero. Es lunes a la mañana y su voz suena potente en el auricular. “Yo a la Feria voy a pasear, poner un stand para mí es ir a pérdida.” Palabras que son un rezo, casi histórico. “Es como el BAFICI, la zanahoria y el burro, en este caso la zanahoria es amarga. La feria es una atracción cultural, y punto, no hay mucho más.” Cuelgo y reflexiono un segundo sobre la frase de Gramsci: “Pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad”. Aunque en realidad, mejor le cabría esa premisa a un editor y ahora que recuerdo Gramsci la había tomado del dramaturgo Roman Rolland. “Equívocos hay en todas partes” pienso. Y llamo a un editor.
El editor tampoco está contento
El editor, que no es tan amigo, me dice en confianza que esta vez, después de mucho tiempo, no se fue a la Feria siguiendo el slogan “hay que estar”. Esta vez se hizo negocio: “Llevamos libros que teníamos en el depósito y bajamos los precios, la gente reaccionó bien, con eso pagamos el stand”. Es verdad. Esta vez abundaron los saldos con libros de calidad entre los diez y los veinte pesos. “El tema es que nunca terminamos de hacer funcionar la venta de derechos. El 2010 vamos a festejar el bicentenario en Alemania y todo se va a improvisar a último minuto. Acordate lo que te digo”. Cuelgo. En el año del bicentenario, la Feria del Libro de Frankfurt, la más importante del mundo, va a estar dedicada a la Argentina. Recibiremos postales, de eso estoy seguro.
El precio de los libros
Los libros están caros. No es novedad. ¿Alguien lo dijo en alguna parte? Que yo sepa –pero no fui a las miles de mesas que se hicieron este año– solamente Leopoldo Kulesz, editor de El Zorzal, fue el único que explicó las razones: “Los libros podrían estar a mitad de precio, pero a mucha gente le conviene que estén caros. Desde el 2002, el papel subió un 400%, claro, es un comodity, y el Estado no hace nada”. En la misma mesa, Jorge Gurbanov, de Editorial Continente, elogió el programa de la CONABIP y contó la historia –real y verosímil– de un editor que, mientras jugaban al golf (sic), le preguntó a un papelero cómo hacía para calcular el precio de su stock y el tipo respondió “lo subo hasta lo que dé”. Pongamos como moraleja que, más allá de las pasiones, los éxitos y las dudas perpetuas, siempre hay temas que quedan en el tintero.
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