fantasy

Por Juan Terranova. Lunes. Me pasan un link con fotos de los cuadros que pintaba Miles Davis. No me gustan. Y la música de Miles Davis tampoco me dice mucho. Aunque es evidente que la música era un poco mejor.

 

Martes. Es muy importante para escribir aprender a estar solo y aparte estar solo. Las dos cosas son penadas en esta época -y creo que siempre- por la raza humana.

Miércoles. Hoy terminé el Oscar Wilde de Gide en una edición de 1948 que compré en Corrientes. Me sorprendió encontrarme con que Gide lo negaba como escritor y lo recuperaba como “personaje”, incluso como narrador oral. Nadie entiende, y Gide tampoco, por qué Wilde desafió al poder de esa manera y aceptó esa condena y la cumplió. Es un tema difícil pero está lejos de ser un enigma. Una respuesta podría ser por aburrimiento, o por rebeldía contra sí mismo, por sadismo contra sí mismo, por morbo, o incluso por curiosidad. Pero creo que hay un gesto de vanguardia. Wilde fue a buscar la experiencia. Y la encontró. Gide dice que cuando salió de la cárcel tenía la dentadura destruida.

Miércoles, más tarde. Muy resfriado, empiezo a leer La escuela romántica de Heinrich Heine. Al parecer se publicó primero en francés y con el título Sobre la historia de la literatura alemana moderna. Heine empieza de muy atrás, desde El anillo de los Nibelungos, incluso antes. En un momento anota: “La historia de la literatura es la gran morgue donde cada uno busca a sus muertos.”

Jueves. Hace calor. Me inspira el sonido rítmico del ventilador. Si llegados los primeros fríos escuchamos el Winterreise con la llegada del estío bien podemos escuchar Die schöne Müllerin. Después busco los lieder basados en poemas de Heine. El resfrío no me permite leer. Es como tener una piedra en la frente.

Jueves más tarde. Con Luigi comentamos que el idioma de Castilla es monumento y letrina y por eso dos veces monumento.

Jueves, medianoche. Encuentro un sitio que se llama jazzdisco.org donde están detalladas las discografías completas de las figuras más relevantes del jazz. La lista de Eric Doplhy, breve, concisa, me conmueve. Después, encuentro sin buscar la tapa de la revista Avon Fantasy Reader que publicaba Avon. No tiene fecha. El cuento que promociona se llama The Love Slave And The Scientists y es de Frank Belknap Long. ¿La esclava del amor y el científico? La ilustración es un científico y una mujer voluptuosa. Ambos tienen cascos plateados con antenas en la cabeza. ¿El resumen erótico del siglo XX en la tapa de una revista que valía 35 centavos? Me fijo la fecha de aparición en la web y dice 1950. Diez años después llegaba Dolphy.

Viernes. Leo lo que dijo Morrisey sobre Malvinas en su paso por Buenos Aires. Copio un fragmento: “Inglaterra se preguntaba qué tan mal se había comportado para merecer a Margaret Thatcher, quién inventó una civilización de odio. Los héroes de guerra británicos sin piernas aún apoyan a Thatcher, porque si no lo hicieran, estarían forzados a enfrentar la verdad sobre sus vidas: que sus miembros fueron usados como combustible de su ego. Las Malvinas pertenecen a la gente de Argentina, principalmente porque están exactamente acá, en el cálido y ventoso aire argentino. No están tres millas al oeste de Knightsbridge."

Viernes, más tarde. El resfrío también me traba a la hora de escribir. Pero me da la sensación de que puedo escribir de forma coherente. Leer no.

Sábado. A veces escribir es triste.