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Por Juan Terranova - @juanterranova Lunes. Empezó marzo y estamos en ese intermedio, no del todo incómodo pero tampoco muy identificable, entre el verano y el inicio del año. Haciendo tiempo, puse en Twitter: “El fascismo como praxis política no se deja tentar por el pesimismo intrínseco de la vida letrada.” ¿Es una obviedad o una provocación? La Inquisición quemó a un bisabuelo de Montaigne. ¿Eran, como se dice, portugueses judíos y conversos? Su padre fue alcalde de Burdeos. Michel también. Wikipedia dice que moderó las disputas entre católicos y protestantes, y le tocó lidiar con la peste. Recordaba tener un libro editado por Fondo de Cultura sobre su vida pero no lo encontré en la biblioteca.

 

Martes. Ayer, clase sobre Dick que disfruté, sobre todo cuando hablé de su pertenencia a la Iglesia Episcopal Misionera de los Estados Unidos. En mi lectura, Dick es un predicador. Y como todo predicador talentoso y dotado, en algún momento, se transformó en un profeta. Ahora me pasan una nota sobre la “música clásica” que escuchaba. La nota es mala y la música, peor. Fidelio, Parsifal, Mozart, Bach. Todo muy predecible. Pongo a sonar la lista, la recorro y la saco enseguida. Después me tienta hacer mi lista. Los nombres son Schubert, César Franck, Mendelssohn, Schonberg, Hindemith, Bartok, Prokofiev, Shostakovich. Nada de grandes orquestas o conciertos. Todo sonatas para piano solo, o piano y violín. Divertimentos para piano. No mucho más. Intérpretes, Oistrakh, Richter. También Ornette Coleman, Mingus, Eric Dolphy. Agregaría al pianista argentino Nicolas Chientaroli.

Martes, más tarde. El libro más feo que leí en mi vida, el que más me perjudicó, y del que sin embargo aprendí algunas cosas, aunque no, supongo, las que sus autores esperaban, fue el Real Book. Nació en Berkley a principios de la década del 70 así que casi se podría decir que tiene mi edad. Escucho, para sacarme la amargura, de este recuerdo Das Buch der Hängende Gärten, el Schoenberg sensual.

Martes, medianoche. En YouTube, buscando música, encuentro un grupo de argentinos haciendo jazz. Es un jazz apelmazado, standard, mil veces tocado que se hace en Argentina. Los músicos suenan bien, hasta cierto punto, pero no hay ideas. Cuando llega el solo, los otros músicos dan vuelta a sus partituras. Jazz con partituras. No sé. Apenas veo eso, todo empieza a sonar como adentro de un balde de plástico.

Miércoles. En vez de empezar a trabajar, veo fotos de “conjoined whales.” Le echo la culpa al clima.

Miércoles, más tarde. Encuentro un poema de Leonard Nimoy titulado Pictures of You. Con versos cortos y simple, Nimoy pone en escena a un hombre maduro que mira su casa, evoca a su famila, su juventud. Está escrito en segunda persona y el coro que vuelve a lo largo del poema dice le pregunta al protagonista: "Do you ever get bored/Looking at pictures of you?" Lo leí y lo asocié con Facebook. Lo volví a leer y lo asocié con la melancolía de enejever y el culto moderno al yo de las clases medias urbanizadas. Pero el poema retrata el peso y el cansancio de la fama y la vida. Es Nimoy el que se habla y se pregunta si no lo aburre estar rodeado todo el tiempo de fotos de él mismo.

Jueves. Ayer, clase sobre Montaigne. Revisé mis notas mil veces antes de que se hiciera la hora de salir para el CEC. Tomé un helado caminando por Plaza Francia. Paré en la puerta del Palais de Glace pero, aunque estaba abierto, no entré. Llegué temprano. Disfruté la clase.

Jueves, más tarde. Estoy buscando las llaves en la puerta de mi casa para entrar y sale el vecino con su hijo de dos años. Hablamos un poco del tiempo. Me confiesa que quiere encontrar un trabajo de mañana. De noche trabaja atendiendo mesas en un restaurante. Después entré y escribí en Twitter que los romanos eran gente práctica y sabia. Pablo Valle me respondió: “Llegaban los griegos a un lugar y decían: "Erijamos un templo". Llegaban los romanos y decían: "Construyamos un baño".”

Viernes. Leo en Google Books el libro de sueños de Adorno. Me causa gracia lo malo y ñoños que son. (Aunque los escribía muy bien.) Carlos Godoy me manda una nota sobre los uniformes que usaba la Wehrmacht. Intento convencer a Mavrakis de que escriba su libro sobre Houellebecq. Encuentro una reproducción de “A young child looking figures in a book”, una pintura de Anne-Louis Girodet de Roussy-Trioson. Me reconozco en la expresión algo afligida del “young child.” El viernes pasado cené con Bob Chow y Guerberoff y conté una parte de The magnificent seven. Ahí está todo. ¿Por qué? ¿Por qué? En The magnificent seven está la respuesta. Y sí, bueno, ya sabemos que el rock es la continuación del western por otros medios.