mapa shangai

Por Juan Terranova. Lunes. Desde hace una semana tengo unos dolores de cabeza muy misteriosos. No vienen y se van. Nada me molesta hasta que me toco la parte derecha de la coronilla. Es como si hubiera recibido un golpe. Pero el dolor, que no llega del todo a ser dolor, es un malestar punzante, como una mancha de arena o de humedad, y aparece cuando me toco la zona o incluso el pelo. Lo asocio con mi ojo derecho, el ojo malo. Algo le pasa. De lejos, veo igual de borroso que siempre. Hace un rato, mientras leía acostado en el sillón noté que hacía fuerza. Por primera vez. Busqué mis lentes. Etcétera. A veces pienso que es un derrame que baja por el delta de mi neurosis.

 

Lunes, más tarde. Un amigo me dice que no se pueden tener dolores de cabeza así durante diez días y no morirse. Le respondo que sí, que me voy a morir. Aunque no sé si sea por estos dolores.

Lunes, medianoche. Escucho el primer disco de Suicide.

Martes. Vi Last train fron Gun Hill de 1959 con Kirk Douglas y Anthony Quinn. La disfruté. Después intenté ver Shane, el desconocido del 53 y me aburrió.

Miércoles. Siguen los dolores de cabeza. Pero solo si me toco la parte derecha de la cabeza. Padezco así una extraña convivencia. Compruebo, una vez más, que Mavrakis está obsesionado con el uso de las comas y el odio.

Miércoles, más tarde. Leo Dylan en el desierto, una plaqueta de Marco Castagna, editada por Ascasubi ediciones. Me gustó un poema donde el protagonista pasa la aspiradora y describe la alfombra. Después, haciendo limpieza de archivos, encuentro un link que me lleva a una nota en El Mundo, año 2012, que tiene este titular: “Los atletas paralímpicos jordanos acusados de delitos sexuales no irán a Londres.” Después, visito un sitio de fotos de Low Budget Taxidermy. Verdaderos paisajes de la mente. Lo irónico, lo que me genera adhesión y me despierta simpatía, es que los animales embalsamados tiene rasgos que hablan con bastante precisión de algunos estados de ánimo humanos. Quizás ese sea uno de los secretos de la lectura: siempre hay que leernos a nosotros mismos en el error. Otro link misterioso, olvidado en un archivo, otra nota vieja, esta vez de Crónica. Titular: “Chef descuartizó y cocinó a su novia travesti.” El copete: “El impactante episodio ocurrió en Australia y fue descubierto luego de que los vecinos denunciaran que del departamento del acusado, un cocinero de esa nacionalidad, salía un fuerte mal olor. La policía cercó al criminal, que escapó y se cortó la garganta en un contenedor. La pareja se había conocido en un crucero.” Así que este verano veo películas viejas y leo noticias que ocurrieron hace dos años o más.

Jueves. Fui a la guardia del Hospital Italiano. Suele estar llena de viejos. Esta tarde no tenía por qué ser una excepción y no lo fue. Esperé mi turno leyendo a Terry Eagleton. Después me recibió un médico peruano, el doctor Quintana. Quizás fuera boliviano. No lo sé. Le conté que me dolía la cabeza. Intenté describirle el dolor. Una franja desde la frente hasta la nuca, sobre la derecha, zigzagueante. Ubicarla me resultó fácil pero describir cómo era el dolor en sí me fue imposible. Una leve presión, la sensibilidad que deja un golpe. Enseguida el doctor Quintana me preguntó si me había golpeado. Le dije que no. Agregué: “Si no me toco esa zona, no me duele.” La escena era ridícula pero el doctor Quintana, estoy seguro, había escuchado cosas peores. Cuando me preguntó si usaba anteojos y si fijaba mucho la vista para leer o usaba durante mucho tiempo la computadora, la conversación derivó un una serie de consejos que yo había contemplado. Salí del consultorio pensando que leer y escribir puede hacerte doler de formas misteriosas. Pero era una idea frágil. Cuando volví a casa escribí un tuit que decía: “el silencio de las barracudas.” Lo publiqué y se perdió sin más en el infinito océano de la web. El silencio, de las barracudas o de cualquiera, me parece algo importante. Mavrakis una vez dijo que era el comodity del siglo XXI.

Viernes. El 11 de julio de 2014 murió Charlie Haden y nadie dijo nada en estas tierras bárbaras. Me enteré por su entrada en Wikipedia. Ahora leo un aguafuerte de Arlt donde señala que los gauchos no existen y otra donde dice que la radio está en manos de gente bruta. Todo a principios de la década del 30. Busco Shangai en Google map, no sé bien por qué. Descubro que la ciudad parece un pájaro comiéndose un hilo o una lombriz. Luis Andrade me dice que dentro de muy poco va a ser la capital del mundo.