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Por Juan Terranova. Domingo. Ignacio Irulegui puso en Facebook: “Donde Wordsworth escribió: «Come forth into the light of things, let Nature be your teacher», nosotros, para hacer justicia a nuestra época, deberíamos cambiar *nature* por *Internet*.”

 

Lunes. El verano pasado visité el Planeta Amnesia. El folleto electrónico decía “Vacaciones en Amnesia. ¡Usted las necesita!” Creo que la pasé muy bien. Esperen. ¿Fue el verano o apenas una primavera inusualmente calurosa? En Amnesia hay solamente dos estaciones de servicio. El planeta es grande. Necesitaría más. Las mil trescientas historias de amor que sucedieron ahí se pueden contar en veinte minutos. Nunca había estado antes en el Planeta Amnesia. Es muy bello.

Martes. Finalmente compré El ojo mocho. Dios y el estado. Es peor de lo que pensaba.

Martes, más tarde. Un titular: “Ensambló iPhones durante años y, antes de suicidarse, escribió estos poemas.” El copete: “Esta es la historia de Xu Lizhi, un joven de 24 años que se ha convertido en símbolo de la nueva generación precaria en China.” La palabra clave, creo, es “precaria.” Xu hizo algo que los poetas vienen haciendo hace mucho tiempo. Primero escribió algunos poemas sentidos y después fue y se suicidó para subrayar lo que había escrito. La nota dice: “Lizhi formaba parte de la nueva generación de obreros explotados de China: jóvenes que han recibido una educación y han crecido en condiciones menos duras que sus padres y abuelos. Para ellos, que viven el ascenso de su país a los primeros puestos de la economía mundial, la línea de montaje resulta incluso más dura y alienante. Quizá porque tuvieron oportunidad de imaginar una vida mejor.” Desde luego los poemas de Xu –que no son gran cosa– están llenos de una parquedad sombría, el lado opaco de la tecnología y la industria. Según la nota, sus amigos los tradujeron al inglés y los publicaron en la web. La nota cita una ola de suicidios. “Las empresas reaccionaron contratando servicios psicológicos para sus empleados, mejorando levemente las condiciones de trabajo e instalando rejas en las ventanas.” El adverbio clave es “levemente.” Bien podría ser una historia falsa, inventada para y por Internet. Pero eso hablaría de nosotros, de nuestras imposibilidades, no de Xu Lizhi, el poeta chino de la cadena de montaje suicida.

Miércoles. Internet es una máquina del amor por eso al final resulta un poco amarga. Hay que escribir “El malestar en la cultura digital.” ¿O sería demasiado fácil? “If the story you're telling, is the story you're telling, you're in deep shit” escribió una vez Robert McKee.

Miércoles, a la noche. Escucho una y otra vez “Moonage daydream” de Bowie. Mi fantasía es que si la escucho lo suficiente voy a descubrir el secreto del siglo XX. O quizás del siglo XXI. O de siglo venideros. Una rareza, puedo leer una nota en Revista Ñ sin bostezar. Digitalizaron y subieron a la web los diarios que escribió Humboldt en su viaje de cinco años por América. El viaje por la naturaleza virgen mediado por la lengua alemana que alcanza vida digital. Todo un periplo.

Jueves. Leo nota de Clarín. Titular: “Mató a su marido, lo descuartizó y esparció los restos en la ciudad” El copete dice todo: “Una psicóloga asesinó a su marido y con una sierra eléctrica lo cortó en varias partes, que las desparramó en algunos barrios de la capital azteca. Se hizo pasar por enferma mental y se internó en un psiquiátrico. Fue detenida y será enjuiciada.” Lo único que no dice el copete es que la psicóloga uso bolsas de consorcio para empaquetar las partes de su marido. Estoy seguro que mientras trabajaba en su macabra faena lloraba. El amor es una motosierra, esfuerzo y un montón de bolsas de nylon.

Jueves más tarde. Escucho Mingus plays piano. Un disco atípico. Mingus sentado al piano improvisando, jugando con escalas, siendo impresionista, a veces lírico, y por momentos juntando tensión y resolviendo de formas inesperadas. Su ductilidad me conmueve. Los bloques de acordes que toca en el primero track lo hacen sonar europeo. Vuelvo mucho a este disco. No sé por qué.

Viernes. Un error importante de este siglo XXI que vivimos es creer que violencia y civilización se repelen, cuando en realidad se convocan. El siglo XIX y el siglo XX cuentan esa historia. La Argentina letrada está basada en la tematización de estos “opuestos.” Escribo esto y siento que repito todo el tiempo cosas que ya sabemos, como en un loop residual. El humanismo digital del siglo XXI como un loop residual.

Viernes, más tarde. La belleza no se puede redistribuir de la misma manera que la izquierda fantasea siempre con redistribuir la riqueza. ¿O sí? Dios le dio al hombre el ritmo, como último recurso de supervivencia.

Sábado. Es el desierto, los turistas compran aerosoles con pintura blanca y escriben sus nombres en las piedras. Está prohibido. Por una cuestión ecológica, también para preservar el paisaje. Pero los turistas y muchos locales lo siguen haciendo. Mientras tanto, la dolorosa conquista del Planeta Amnesia es recordada por todos.