POLÍTICA Y MEMORIA CON VOZ EPISTOLAR |
Cartas desde el exilio, respuestas desde Argentina |
Por: Juan Terranova. Editadas en 1972 por Alicia Eguren, la mujer de Cooke, hoy detenida-desaparecida, la Correspondencia Perón-Cooke tuvo un recorrido mítico, faltando desde hace veinte años en las librerías argentinas. A fines del año pasado, Colihue lanzó las cartas como el segundo tomo del proyecto de las Obras Completas de John William Cooke, produciendo uno de los hechos editoriales más importantes del verano. |
Los políticos apurados son políticos fracasados
El libro empieza bien arriba con una carta fechada el 12 de junio de 1956. El líder exiliado se queja de los defectos del levantamiento del general Valle: “Esos mismos militares –escribe Perón– que hoy se sienten azotados por la injusticia y la arbitrariedad de la canalla dictatorial, no tenían la misma decisión el día 16 de septiembre, cuando los vi titubear ante toda orden y toda medida de represión a sus camaradas que hoy los pasan por las armas. (…) Qué fe puedo tener yo en la acción de esos militares que no supieron cumplir antes con su deber jurado”. Después, su ronca voz epistolar se extiende en las directivas generales para la organización de la resistencia y sus redundantes razones. Cuando la Revolución Libertadora empiece a dar sus tambaleantes y pomposos primeros pasos políticos dejando lugar a diversas actividades partidarias, van a llegar los extensos análisis de situación que, a modo de informes, Cooke le hace llegar a Perón. En esos “partes informativos” se describe con una prolijidad y detalle admirables los vaivenes del electorado argentino, la actividad del periodismo, los movimientos y posiciones dentro de los cuadros peronistas.
Sobre el exilio
Al mismo tiempo que retratan un período fundamental para la historia de la Argentina contemporánea, las cartas siguen el derrotero del exilio de Perón en Paraguay primero, y después en Venezuela, República Dominicana y España. Los momentos en que el presidente derrocado hace teoría sobre el exilio contiene pensamientos que podrían haber definido otra historia argentina. El 14 de septiembre de 1956 escribe: “Yo ya he hecho experiencia de este exilio y sé que conviene no permanecer mucho tiempo en el mismo lugar pero tampoco es conveniente ir a la frontera con mucha anticipación. Si es preciso yo me trasladaré a Chile o a Bolivia en cuanto los hechos que se produzcan en la Argentina me hagan ver la necesidad de estar cerca de allí”. El párrafo es sugerente. ¿Qué hubiera pasado si Perón esperaba en Bolivia y no decidía apoltronarse en Puerta de Hierro? ¿O si, más tarde, después del 59, aceptaba viajar a Cuba como le propone Cooke en una de sus cartas desde La Habana?
Documentos políticos entre lo público y lo privado
El volumen de más de seiscientas cincuenta páginas se repite bastante a sí mismo. Y tanto Cooke como Perón se miden mucho durante todo el intercambio. La lectura, entonces, encuentra zonas de tedio sobre las que a veces irrumpen violentas afirmaciones que solamente se pueden dar en la intimidad de la militancia. El apéndice documental, por su parte, es tan o más interesante que las cartas. Ahí se reproduce la breve esquela secreta en la que Perón le delega el mando del Movimiento a Cooke. Muchos eslabones de esta conversación textual se perdieron, pero lamentar esa pérdida es injusto con las cartas que sí se conservaron y cuyo recorrido privado y público también constituye una historia de equívocos, encuentros a medias y violencia política. En su prólogo a esta Correspondencia… Eduardo Duhalde escribe: “Es prácticamente inexistente en nuestra historia un diálogo político de la envergadura del que mantienen, a través de su correspondencia, Perón y Cooke, durante una década. Y mucho menos cuando esto acontece traspasada la mitad del siglo XX”. A medio camino entre lo público y lo privado, estos documentos políticos informales conforman un verdadero tratado de historia coyuntural a dos voces que hoy espera nuevas lecturas.
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