wagner

Domingo. Según Wikipedia mañana, 21 de julio, se cumplen ciento veinte años del estreno del Tannhäuser en Buenos Aires. No fue en el Colón. En el Colón se hizo después. En Dresde se había estrenado en 1845. Busco más información y encuentro en una nota al pie en una edición de Archivos de Julio Herrera y Reissing donde se avisa que el estreno fue en realidad el día siguiente, el 22. El libro está en Googles Books y es difícil leerlo de ahí, pero la cita se entiende sin problemas: “Wagner es uno de los músicos preferidos por los modernistas en general y de Herrera en particular. El 22 de julio se estrenó Tannhäuser en la Ópera de Buenos Aires, y el éxito no se puede desligar de la primera generación modernista, que conocía además la admiración de Mallarmé, Baudelaire y Verlaine por el autor de Lohengrin. Ruben Darío fue muy explícito al reconocer que en Buenos Aires, iniciado por los sectores wagnerianos, rimó el soneto El cisne. Conviene recordar que la devoción por Wagner lleva a Herrera a titular Epílogo wagneriano a su ensayo más célebre.” El enigma Wagner. ¿De qué color es ese enigma? El mismo año de 1894, el poeta uruguayo Roberto de las Carreras publicó Al lector, el primer libro del decadentismo uruguayo. Me acordé de esa foto que una vez publicó Soiza Reilly acompañando una de sus crónicas donde Herrera y Reissing aparece inyectándose morfina.

 

Lunes. Wagner.

Martes. En Suiza, enterraron a una prostituta, pornógrafa y escritora cerca de la tumba de Borges. Parece que Kodama está indignada. ¿No fue en Suiza donde el padre de Borges llevó a su hijo al prostíbulo que frecuentaba? La escritora se llama Grisélidis Réal. Clarín dice que “nacida en Lausana, Suiza, pasó su infancia con su padre en Alejandría y Atenas, estudió arte en Zurich hasta que en 1961, en el apogeo de la Guerra Fría y cuando Suiza era un centro de espías de todos los bandos, se convirtió en la prostituta más valorada de Ginebra y luego de Munich.” En su lápida avisan que se puede leer “Ecrivain-Peintre-Prostituée, 1929-2005.” Le falta un poco para ser un personaje borgeano. Pero no mucho.

Miércoles. Me llega una gacetilla que dice: “Inclúyanme afuera es la nueva novela de María Sonia Cristoff, que acaba de publicar la editorial Mardulce. La novela cuenta la historia de Mara, una intérprete simultánea que tras sabotear la conferencia de un filántropo decide recluirse en un pueblo de la provincia con el objetivo de pasar un año en silencio. Las aspiraciones se reducen a no tener aspiraciones: apenas un puesto sencillo en un museo perdido, una brevísima interacción personal, el abandono de todo progreso económico.” Para el progresismo porteño abandonar el “progreso económico” es como una película de acción. Más allá de la rebelión profesional y el abandono de la ciudad: ¿un año en silencio? ¿Por qué no diez años, veinte, treinta, toda la vida? Luego decir que “las aspiraciones se reducen a no tener aspiraciones” constituye el gran tabú. Ah, el vértigo de esas gentes. Cristoff debe haber pintado un paraiso perdido para calmar su neurosis. ¡Qué perversión! Narradores que aspiran con sus novelas al “puesto sencillo en un museo.” También la idea maniquea de “pueblo” se deja ver con claridad en ese fragmento. Debería leer la novela, no solo la gacetilla. Pero ¿eso quiere decir que las gacetillas no son para leerlas? ¿Para qué son entonces? Si esa mujer supiera lo complejo que es conseguir un puesto sencillo en un museo “de la provincia.”

Jueves. Empecé Frankie y la boda de Carson McCullers. La leí sin ganas, me aburrió. Recién después de varias página entendí que los personajes eran negros y que en eso estaba la gracia. Se publicó en 1946. La dejé y no creo que la retome. De hecho, la devolví a su lugar en la biblioteca. Ahora leo un titular: “Extrajeron 232 dientes de la boca de un joven en la India.” Y luego el copete: “Un grupo de médicos le sacó 232 dientes a un adolescente indio en una operación que fue definida por los odontólogos que participaron en la misma como un récord mundial. Hasta el momento se habían extraído como máximo 37 dientes.”

Viernes. Hace unos días me propuse repasar El mito trágico del Angelus de Millet, el ensayo de Salvador Dali. Mi idea era usarlo para un artículo que estoy escribiendo. Finalmente terminé releyéndolo todo. Creo que es útil para enfrentar Internet. Para tratar de hacer algo con Internet.

Viernes más tarde. Leo una nota en un portal boliviano. Hace una semana o incluso más, un hombre joven hirió con un cuchillo a siete personas en el Aeropuerto Internacional de El Alto. El ataque ocurrió a las siete de la mañana. Un testigo presencial contó que el tipo iba vestido de rojo. Otro dijo que cuando lo agarraron el loco gritaba “que quería viajar a Júpiter y que no lo dejaban subir a su nave.” Estuve en el aeropuerto de El Alto. No es especialmente lindo pero siempre hay sol y está lleno de aviones abandonados.