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Por Juan Terranova. Lunes. Soñé con mucho detalle. Yo entraba a trabajar a una oficina de alfombras grises y mobiliario blanco de fórmica. No hacía nada. Los demás empleados me recelaban. En un momento dentro del sueño me quedaba dormido por al calefacción y eso me gustaba. Pero se hacía tarde y después no encontraba mi abrigo para irme y quería, al mismo tiempo, imprimir una novela en la impresora y salía mal, con toda la tipografía corrida y cambiada, y por la mitad venía un tipo y me decía que pare, que él tenía que imprimir algo más importante. Así que iba a ver a un tio lejano que tenía en el edificio, en la parte judicial. El tipo me invitaba a un bar en el mismo edificio. Iba con su guardaespaldas. Nos sentábamos en una gran confitería imperial, en decadencia, pero atractiva. Yo pensaba que era un buen lugar para ir a tomar un trago de trasnoche. Cuando llegaba el mozo, yo pedía un café con leche. “¿Con leche gorda?” me decía el mozo. “Y agreguemos unas medialunas gordas” decía mi tío. El guardaespaldas se reía. Luego yo le contaba mi situación a mi tío. Me quería ir, ¿pero a dónde? “Si querés trabajar en la policía, tendríamos qué ver” me decía. El lugar tenía unas cortinas bordó muy altas y mucho dorado. Patricio me dijo que era un sueño muy Twin Peaks.

 

Lunes, mediodía. El cuerpo terrenal de García Márquez se descompone al ritmo de sus festejos necrológicos, algo que él anticipó en sus libros. Alguien recuerda que todos los intelectuales del partido comunista brasileño vivían de escribir telenovelas. Y alguien más me señala que lo cremaron. “Entonces mucho peor” respondo.

Lunes a la tarde. Leo El idiota de la familia de un escaneado que encuentro en la web. Todo empieza con el problema del pequeño Flaubert para leer. ¿Para qué leer si me lee el tío Mignot? El capítulo se llama Problema. El apartado, Leer. La primera línea dice: “Cuando el pequeño Gustave Flaubert, extraviado, aun “bestial”, emerge de la primera infancia, las técnicas lo aguardan.” Las técnicas te aguardan, pequeño Gustave. Te están esperando. Me imagino a Sartre leyendo en su biblioteca, acostado en un sillón viejo y gastado.

Martes. Cuando un 7 de abril de 1926, Violet Gibson disparó –y casi mata– a Mussolini ya había mostrado síntomas de locura. Loca, irlandesa, sesenta y dos años, Gibson dijo que había ido a Italia a matar al Papa o a Mussolini. Se topó con Mussolini primero. "Era normal, decía un diario, creer que la asesina en potencia estaba loca, pues no hay persona sana que pudiera desear eliminar a Il Duce." Las cosas empiezan en el misticismo y terminan en la política, decías Charles Péguy.

Miércoles. La pregunta de la filosofía, “¿qué es esto?”, me resulta primitiva, infantil, un tanto autista. “¿Qué es esto?” La de la crítica literaria, “¿Cómo se lee?”, una disciplina muy menor –ya tener un adjetivo le pesa y mucho más ese adjetivo– me parece mucho más abierta al mundo, al diálogo, más civil y elegante. Debería escribir sobre los equívocos de la crítica. Podría empezar describiendo el semblante de Anton Ego.

Jueves. En Utah, la policía detuvo a una mujer de Utah acusada de matar a siete bebés que habría dado a luz durante un período de 10 años. Las autoridades pertienentes encontrara los cadáveres guardados en cajas de cartón en el garaje de su antigua casa. Me imagino a un policía de uniforme con una linterna viendo esos restos, en el momento en que se da cuenta. No sé si es una anécdota que se pueda contar así nomás en el bar. La escena me hizo recordar la Comedia. A los niños, en mi familia, primero se les enseñaban todas las malaspalabras en italiano y luego se pasaba a la Comedia. Y de la Comedia se enseñaba la primera línea. Nada más. Mi padre decía "fijate que la tierra, donde empieza Dante su camino, ya está en el Infierno." La selva selvaggia ya era el infierno. Los niños mayores accedían por estimulación repetida a conocer hasta tres versos de la Comedia, los tres primeros. De niño yo recitaba el Martín Fierro. Había memorizado más de veinte estrofas para un acto escolar. Mi padre no entendía por qué no lo sabía en italiano. Una vez me regaló Canto General de Neruda en italiano. Canto Generale. Dios lo bendiga. Después¡, crecí y todo cambió. Caí en las garras de la neurosis educativa argentina cuya obsesiones, en ese momento, eran eran el inglés y algo llamado computación. Ahí, al parecer, estaba el futuro.

Viernes. "Estoy sentado en una sala, rodeado de cabezas y de cuerpos." La broma infinita ¿es un libro sobre Internet? El título me gusta. La broma infinita. Más sobre la Comedia. Leo una edición bilingüe de un pdf que bajé. Si en el Purgatorio hay un wi-fi intermitente, en el Infierno, te cosen dos smartphones a los ojos con las pantallas para afuera. En el Paraíso te fusionás con tu sistema operativo y las impresoras siempre, siempre, andan bien. Hay una idea muy buena, medieval, de que al Purgatorio no se llega, de que ya estamos en el Purgatorio. El Purgatorio donde no se evacua, el Purgatorio detenido, el Purgatorio sin paciencia, es muy parecido al Infierno. La Comedia, un poema hiperconectado. Dante sabía. Probablemente conocía nuestra época –¿viajero del tiempo?— y no le gustaba. De hecho, la idea del Paraíso es anti-humana como la idea de Internet. Habría que ver si Internet es un circulo más u otra zona de esa geografía. Los primeros zombies los vio Dante y los entendió mejor que nosotros. También seguro que vio a los judíos en el desierto y comprendió la sensualidad de la nada y su trampa. ¿No tiene Twitter la forma de un círculo del Purgatorio? Esta esa peregrinación, esa fe, esa esperanza, el movimiento lento y grupal. Los que caminan en el Purgatorio hablan entre ellos, a veces incluso con alegría. No en la base de la montaña, desde ya. Y el momento de lucidez no se daría en el Paraíso sino antes del ingreso. Antes de que la montaña vibre. El Paraíso apenas afuera del Paraíso. En la carrera de Letras nadie entendía a Dante porque o eran judíos o se la pasaban leyendo a judíos. La carrera de letras era lo griego, lo judío, lo sajón. Escondían y reprimían la soldadesca latina y la iglesia medieval que nos forma. El Paraíso es el lugar donde ya no hay, nadie siente, no existe la ansiedad. Y es un lugar al mismo tiempo lleno de música. La broma infinita. Un afluente del río Arkansas, en Colorado, se llama Purgatorio. Seguramente la truchas que pescan ahí gritan nombres propios.