ciberbulling

Por Juan Terranova. Lunes. Tanto para ver en la web, tan poco en la TV. Ahora encuentro en YouTube una mesa redonda sobre cine y literatura filmada en un estudio cerrado en Le Mirail, Touluse, durante 1978. En la mesa están Cortázar, Roa Bastos, Saer, Nicolás Sarquís y un coordinador francés. Lo que dicen sobre el cine –hoy todo bastante caduco– es menos importante que cómo están vestidos, sus gestos, cómo fuman, cómo se miran entre ellos, cómo se interrumpen, asienten y se recelan. También el año –1978–, que sea en Toulouse, en un ámbito académico. Hay que verlo sin audio. Un viaje al corazón del siglo XX. En esta mirada sesgada de las maneras por sobre el contenido, Saer se las ingenia, una vez más, para asentar su romanticismo amargo, esa militancia por la seriedad compulsiva, su lucha privada y banal contra la banalidad. Esa necesidad de referenciarse siempre a los grandes valores de la cultura... Provinciano, provinciano hasta el ridículo más allá de su genialidad. Cortázar y Roa Bastos, amables pedagogos, pícaros educados, me resultan mucho más empáticos trabajadores del ego. Me gusta cuando Roa Bastos dice que “después de la tirada filosófica de Saer”, después de esa declaración “ontológica”, él se siente “descuartizado.” Al final, el francés que coordina dice que, para cerrar la cuestión del lenguaje oral, habría que volcarse hacia África donde los ciegos van al cine. Luego se ponen a hablar entre ellos –Saer se desentiende de la discusión y le habla a Roa Bastos–, se genera un caos, la cámara no sabe a dónde enfocar y termina (aquí el link)

 

Lunes, más tarde. Releo lo que escribí. Frente a Internet todos somos provincianos. Nuestra peor provincia es el narcisismo y la amamos por sus defectos.

Martes. Soñé con Luigi Russolo. Soné que tenía que volver a escribir sobre él porque se lo merecía. Después descubrí que hace unos días, el 11 de enero, se cumplieron cien años de que depositara, en Milán, la patente italiana del “entonaruido”, también llamado en ese momento “zumbador.”

Martes, más tarde. Escucho el Concierto para Piano Opus 11 Número 2 de Schönberg, en la versión adaptada por Busoni. Sombría y demorada interpretación de una música compleja, hermosa, violenta. 

Miércoles. Una madre puso en penitencia a su hija por hacer “ciber bulling.” Le sacó una foto con una carta pidiendo disculpas y haciéndole decir que iba a vender su teléfono para donar el dinero a una asociación de ayuda contra las víctimas del bulling. Bien. El caso se viralizó. La carta contiene una frase hermosa: “I am a kind, caring, smart girl, but I make poor choices with social media.” Hailey Schneider, la nena, es muy linda. En la foto aparece con el pelo rubio cayendo sobre su hombro derecho, las pupilas dilatadas y una expresión seria. La madre fue atacada en Facebook y se defendió. Se le dijo que eso también era “ciber bulling.” No me cuesta ver a Hailey como un pequeño monstruo internético. Pero lo realmente visible es la impericia de los padres, la represión malsana, la violencia frente a problemas de comunicación. Por otra parte, ¿“poor choices with social media”? ¿Ese es el crimen? Cara Schneider pidió con énfasis que la dejen tranquila a ella y a su hija y que no la juzguen por una foto, cuando no saben qué fue lo que pasó, the whole picture (o sea, cómo se porta en realidad el pequeño demonio de Hailey cuando no posa asustado para vender su teléfono y pedir disculpas). Sin embargo, Cara muestra la hilacha de forma grosera cuando escribe “I refuse to raise children that will be anything but productive members to society.” Hay demasiada ambigüedad en esa frase como hay demasiada ambigüedad en ser “productivo para la sociedad.” Mi consejo para Hailey sería “luchá contra el sistema desde adentro. Estudiá, hacete independiente y fuerte. Demostrale a tu madre que una educación sin amor, de corte violento y exhibicionista es una mierda.” Las madres, llegado el momento, también muerden un pedazo de alfombra y pagan por sus abusos de poder, sin que, por eso, dejemos de amarlas o sentir gratitud hacia ellas.

Jueves. Vuelvo a la famosa y maldita y exacta frase de Robert Bresson que cualquier artesano con aspiraciones debería tatuarse en el brazo derecho: “La facultad de aprovechar bien mis recursos disminuye cuando su número aumenta.” Teniendo a disposición todo lo que hay en Internet, la cosa se complica.


Viernes. Vincent Gallo sobre Spike Jonze: “Es el fraude más grande que hay. Si lo llevás a una fiesta es la persona menos interesante, el tipo que no sabe nada; aquel que no dice nada divertido, interesante, inteligente.” ¡El tabú del aburrimiento! Es peor que te digan “aburrido” a que te digan “mala persona.” Por otra parte, “mala persona” no significa nada.

Viernes, más tarde. Cuando todo caiga, Quintín va a estar ahí puteando, discutiendo, parcializando, leyendo todo en términos políticos. No puedo no bancarlo. Dios lo sabe. Su voz suena. ¿Qué otra cosa hay que pedirle a un crítico?