Por Juan Terranova. Sábado. Córdoba capital. Fuimos al supermercado con Lamberti y hablamos de los hermanos Cohen. Fargo, The big Lebowski. Jeff Bridges, la bata. Esas cosas. Compramos salsa Ranch. En la lechuga hidropónica había una vaquita de San Antonio. La luz de las heladeras ayudó, por una vez, a reforzar mi seguridad ontológica. Cuando salimos del super, Lamberti señaló unas palmeras en la oscuridad de un parque. Fuimos hacia ellas y después nos acercamos a la calesita, iluminada y vacía. Hablamos de Freud. Coincidimos en que “Pegan a un niño” es un título inmejorable. “La fantasía de presenciar cómo «pegan a un niño» es confesada con sorprendente frecuencia por personas...” La falta de sujeto, la traducción que no termina de ajustarse a nuestro castellano americano, la brutalidad general de la frase, generan un extrañamiento inusual. Ein Kind wird geschlagen. Ya de vuelta en su casa, mientras Lamberti miraba un partido de tenis en la tele, ordené las compras. En su alacena encontré un aceite con mi nombre. Un aceite de La Rioja marca Terranova. Le dije "este aceite se llama como yo". Él desmereció el descubrimiento. Pero igual puso en mute la televisión para escucharme.
Domingo. Parece que Valery decía “la forma es cara.”
Lunes. Vuelvo a Buenos Aires. Es feriado. Se festeja el 12 de octubre. La ciudad está vacía. Hago el trayecto Retiro-Primera junta con cierta comodidad. Leo los carteles del subte. Noto que mi manera de usar la puntuación va cambiando con el tiempo. Después Mavrakis me dice que el monumento a Roca, en Diagonal sur, estaba lleno de indios.
Martes. Terminó Breaking bad. Anthonny Hopkins le escribió un mail de elogio a Bryan Cranston, el actor que hace de Walter White. Supongo que fue algo de pelado a pelado. (¿Envidia? ¿Reconocimiento honesto? ¿Un mezcla?) El buen Hopkins se cubre y dice que quizás esa carta suene como una larga chupada de medias. Pero asegura que no, que el impulso que lo lleva a redactar el mensaje es genuino. Y ahí tira la frase: “It’s almost midnight out here in Malibu, and I felt compelled to write this email.” Cientos de escritores profesionales intentaron escribir alguna vez esa frase sin lograrlo. Esa potencia, esa frescura, ese equilibro, esa seguridad. Hemingway la hubiera aprobado: “It’s almost midnight out here in Malibu.” Con el permiso de Dios, es lo que intento escribir todas las veces que me siento en la computadora.
Miércoles. Una pitón Birmana se come un perro y lo regurgita. En el portal donde encuentro la noticia hay video.
Jueves. 17 de octubre. Muchas cosas. Federico Kukso puso en Twitter “por una Argentina sin peronismo.” La ingenuidad en cinco palabras. Lo entiendo. Me apiado de él. Y recuerdo que peores, mucho peores, son los que pretenden un peronismo sin argentinos. Ah, sí. Y mientras exista el antiperonismo ciego, el peronismo tendrá vitalidad. Es como el final de Muertos de risa de Alex de la Iglesia. No le cabe, ya a esta altura, otra escena. Más tarde, leo en Clarín que el gobernador de la Rioja, Luis Beder Herrera, citó a Carlos Menem en su discurso conmemorativo del Día de la Lealtad. Menem, dijo Herrera, “está pobre, enfermo, viviendo sólo con el amor de ustedes. No me importa que a los gorilas les caiga mal y que a Clarín y a La Nación no les guste”, también dijo que "hay que ser agradecido” y agregó que “La Rioja debe pararse como lo hizo El Chacho, Facundo y no nos vamos a arrodillar.” Que las complejidades que te atraviesan, Luis Beder Herrera, nunca sean demolidas por el facilismo de los vulgares. Gerónimo Molina, el fotógrafo, por su parte, escribió en Facebook: “a cada cuál el Perón que se merece”.
Viernes. Un guardia de seguridad de las tiendas Victoria´s Secret agarró a dos chicas menores de edad sospechosas de robar en un local de Manhattan. Cuando les revisaron la bolsa donde supuestamente llevaban lo que había robado encontraron el cuerpo sanguinolento de un bebé recién nacido. Llamaron a la policía y una de las adolescentes contó que había parido hacía poco y que no sabía que hacer con el bebé. ¿Cuál era el plan? ¿Esconderlo entre la ropa? Me imagino al gordo, quizás negro, quizás un ex policía, con su uniforme pulcro, abriendo una bolsa de plástico blanco. Después de eso, busco una versión de Las flores del mal. ¿Todavía, Terranova? Una vez más: “Nous nous faisons payer grassement nos aveux...” Cada tanto hay que volver, sobre todo si la situación lo amerita. Infanticidio y lencería newyorkinos en honor de Baudelaire, el viejo buitre sensual y lúcido, que como buen poeta que anticipó toda la neurosis obsesiva de Internet.