oktoberfest

Por Juan Terranova. Lunes. “Me pasé la vida tratando de ser italiano como el resto de los italianos, pero creo que nunca lo logré”, dijo Curzio Malaparte. Desde hace unos días no leo otra cosa que la biografía que le dedicó Maurizio Serra, editada por Tusquets. Mi versión de la frase sería “me pasé toda la vida tratando de ser italiano como el resto de los argentinos, y creo que lo logré a medias.”

Martes. Ecos bíblicos en un titular: “Jesús apareció en un velorio y, a machetazos, generó una batahola.” La volanta: “Intentaron reducirlo pero se fugó; fue detenido horas después.” Este Jesús estaba ebrio. ¿Y el mesías? ¿Alguna vez lo estuvo? El dios que baila. Más tarde leo que en el shopping de Somalía tomando -noticia ya olvidada por casi todos los medios- los terroristas ejecutaban a quienes no sabían el nombre de la madre de Mahoma. La mujer se llamaba Amina. (No está de más saberlo.) La genealogía de Mahoma en un Shopping y la muerte, una mezcla muy moderna de tradicion y modernidad, o la gran épica casi siempre siniestra de la modernidad incompleta.

Miércoles. Sigo con la vida de Malaparte, fascinado.

Jueves. Viajo al Oktober Fest de Villa General Belgrano con Sebastián Robles. Leo en el micro abajo de una luz muy fina y breve. Robles me cuenta la historia de la pequeña ciudad de montaña.

Jueves, más tarde. En este Oktober Fest que cumple cincuenta años se leen las etiquetas de las botellas, las letras góticas que decoran los porrones de cerámica, los nombres de las calles, las leyendas en alemán que exhiben las vidrieras de los bares y restaurantes. Escribiría una larga crónica sobre la fiesta pero me cuesta concentrarme.

Viernes. Vamos a una fábrica de cerveza artesanal. El guía habla maquinalmente, recita el proceso de elaboración. Le pregunto a Robles si está escribiendo algo, si está tomando notas. Me responde “pensé que estabas escribiendo vos”. Después caminamos por la Avenida Roca hablando del Graf Spee y de la forma de la novela contemporánea. (Es muy difícil, en ese entorno, con esos personajes que somos, hablar de otra cosa.)

Viernes, más tarde. Después de dos días de una inusual intensidad gastronómica, bajo a Córdoba Capital que es un poco volver a la Argentina mundana del tráfico y el ruido urbano. La resaca y el viaje sinuoso entre las sierras me impiden toda lectura. Los lagos son hermosos y brillan plateados con el sol de la tarde.