chancho

Por Juan Terranova. Domingo. Un granjero holandés le construyó un tobogán de agua y barro a sus cerdos. “Se cree que los animales felices dan mejores productos” dice el copete de la nota que informa sobre la granja.-parque-acuático. Los cerdos divertidos chocan contra el eufemismo “productos”, o sea, la carne del cerdo feliz. La idea tiene algo del verso famoso de Emerson “When me they fly,/ I am the wings;/ I am the doubter and the doubt”. Soy el que duda y soy la duda, soy las alas con las que escapás volando de mí, soy el tobogán de plástico amarillo, soy el barro y soy el cerdo feliz que se desliza hacia su destino de sangre y producto.

 

Domingo, más tarde. Elecciones primarias de unas legislativas deslucidas. Fui a votar y como de costumbre me traje un montón de boletas que guardé en la carpeta de siempre. Cada dos años, engordo esa novela política argentina con sus documentos más efímeros.

Lunes. El titular más importante del día dice que un votante se masturbó en el cuarto oscuro. “Más de quince minutos en el cuarto oscuro llamaron la atención de la presidente de mesa y los fiscales de una mesa de la escuela 14 de Ezpeleta, partido de Quilmes. Primero golpearon insistentemente pero nadie les contestó entonces temiendo que el ciudadano que se encontraba votando se hubiese descompuesto decidieron abrir la puerta, pero lo que encontraron los dejo sin palabras”. La democracia se queda sin palabras frente a la base del sexo inoportuno.

Lunes, más tarde. Puse la foto del reno soviético y los cazabombarderos en Facebook y me dijeron que los aviones no son alemanes, si no Shturmoviks rusos. Maximiliano Cadenazzi, más eficiente que los comentadores, me mandó un link con algunos dibujos técnicos. Pueden ser, el perfil es parecido. También me dicen que no parecen estar bombardeando porque en el momento de atacar los Shturmovik rompían formación y hacían pasadas de a uno o dos. Pero, entonces, si no eran enemigos, ¿por qué bombardean al reno?

Lunes a la noche. Llega más información sobre la foto. La sacó Yevgeny Khaldei. Los años de su vida parecen una ironía rusa en números, 1917-1997. Khaldei fue el fotógrafo ucraniano que se hizo famoso por su imagen de la bandera roja sobre el Reichstag. Me decepciona un poco saber que, todo así lo indica, la foto del reno es un montaje. Khaldei los hacía como parte de su trabajo como fotoperiodista. La nota que encontré dice que ponía una pareja tomando sol al lado de un edificio en llamas. (Para nada una mala imagen.) La nota cita el libro Witness to History: The Photographs of Yevgeny Khaldei donde –eso dicen– se aclara que durante un bombardeo a Murmansk, el reno, llamado Yasha, buscó refugio con los soldados rusos. Khaldei lo fotografió en ese momento. Pero como la imagen no era lo suficientemente dramática le superpuso luego, en el laboratorio, una formación de Hawker Hurricanes británicos. También agregó una explosión. El miedo del reno existió. Y los aviones también. Pero por separado. ¿Lo hizo para engañarnos? Lo hizo porque la avanzada alemana para tomar Murmansk tenía un nombre en código Operation Renntier, Operación Reno. En el portal dedicado a la fotografía donde leo estos datos un comentarista puso que los soldados se comieron a Yasha al otro día o esa misma noche.

Martes. Cada vez somos más y más adictos a las pantallas. Mientras tanto en Venezuela, el presidente Maduro confiesa que a veces duerme en el mausoleo de Chávez. Lo dijo en el programa Diálogo Bolivariano de la TV estatal. ¿La democracia se queda sin palabras?

Martes a la tarde. Pasé por la librería de Gogui, pero Gogui no estaba. Compré El problema de las generaciones literarias de Arturo Cambours Ocampo, editado por Peña Lillo. El libro estaba caliente. En un sentido térmico, no es metáfora. Pese al sol, afuera hacían cinco grados como mucho y yo había estado caminando por Avenida de Mayo. El comienzo de la Advertencia que abre el ensayo me gustó mucho. Cambours Ocampo dice: “Nada más esquemático que este libro –esquemas de esquemas–; nada más peligroso que tratar de ubicar a escritores argentinos contemporáneos y, en muchos casos, a futuros escritores. Sabemos de memoria los riesgos que tiene esta nueva manera de ver e interpretar la historia literaria. Los argentinos estamos acostumbrados a escribir sobre las tumbas; a esperar que la muerte entregue sus fichas amarillas, como una contraseña de la impunidad crítica; a no plantear el aquí y el ahora; a olvidarse del presente o del futuro, por comodidad y cobardía.” El libro, dice el colofón, fue impreso en el 63. Las hojas estaban todas pegadas, o sea que esos “esquemas de esquemas” no habían conseguido lector. Al menos en este ejemplar. Esquemas de esquemas. Es verdad que suena amenazador y atractivo.

Martes a la noche. Más sobre la crítica, desde otra perspectiva: “Nosotras no podemos hacer nada más que interpretar, mejor o peor, lo que los hombres nos dan hecho” escribió Pilar Primo de Rivera en 1942. Leí la frase en un manual falangista que alguien puso on line. Como crítico literario, siento que la frase de Pilar me entiende y me contiene. ¿Una reivindicación de segundidad productiva? ¿Se daba cuenta, Doña Pilar, del poder moderno y los amplios límites de la interpretación? Ironías de la lectura y el tiempo. Sensualidad vía brutalidad. Otra frase del mismo manual extraída de la revista Sección Femenina, edición de 13 de agosto de 1944: “La vida de toda mujer, a pesar de cuanto ella quiera simular –o disimular– no es más que un eterno deseo de encontrar a quien someterse”. Estoy de acuerdo con la frase. Puede leerse a Lacan esa descripción. Someterse. Qué delicia. Qué seguridad. Se olvida Sección Femenina, eso sí, de agregar que a los varones les pasa lo mismo.

Miércoles. Me demoro escribiendo esmerados artículos que no lee nadie salvo mis amigos más cercanos. Quizás eso sea “mi obra” a futuro. El ruido de hoy, la música de mañana.

Jueves. Escribiendo sobre la vida de Hegel, Mavrakis parece opinar sobre el presente, sobre él mismo, sobre mí, sobre nosotros.

Jueves, más tarde. Leo una versión web del Levítico. Es lírico y punzante y parece un relato de ciencia ficción mística, pero son las reglas de conducta que organizan la sociedad. El famoso tabú del incesto, sobre todo. "Si una mujer se acerca a una bestia para unirse a ella, matarás a la mujer y a las bestia. Morirán; caerá sobre ellos su sangre." Sí, resulta amenazador y violento y taxativo, desde luego, pero todavía son más amenazadores los esquemas de esquemas que propone Cambours Ocampo. Durante la tarde recordé, no sé bien por qué, mi paso, hace más de quince años, por Literatura Latinoamericana del siglo XIX, de la carrera de Letras. La cátedra entera estaba en manos de unas mujeres tan secas que menstruaban polvo.

Viernes. Hoy en Corrientes compré de saldo un libro que analiza la biblioteca de Hitler. Apenas lo vi recordé que ya lo tenía. Lo había comprado en portugués en un viaje que hice hace unos años a Fortaleza. También recordé que lo había empezado a leer en el avión de vuelta. El portugués informativo y cristalino del ensayo se dejaba leer sin problemas, y el libro me gustaba, pero igual lo abandoné. Y hoy lo compré sabiendo que quizás, probablemente, tampoco lo leería. Pero tenía que tenerlo. Tenía que comprarlo. Hitler lector. No es tan fácil dejarlo pasar.