BILLETES, MONEDAS Y CAPITALISMO COMO OBJETO DE REFLEXIÓN |
El olor del dinero |
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Absurdo, ¿cuál absurdo?
Un obispo auxiliar bendice miles de billetes que van a ser lanzados al espacio; un pareja acepta destruir un billete de valor infinito a cambio de que la tierra pase a llamarse “Alberto M.”; después de crear el capitalismo, Dios, presentado con la forma de un contador entrado en años, decide crear un nuevo deporte acuático; un televisor defeca mientras transmite dibujos de Disney; esto –y mucho más– es lo que ofrece Miguel Brieva en Dinero, revista de poética financiera e intercambio intelectual. Los cinco números repletos de cartoons que se codean con hombres de las finanzas y enérgicas parodias de la industria del markenting, puede adquirirse de este lado del atlántico editadas en conjunto por Ex-Abrupto de La Plata y la editorial sevillana Industrias Clismón. Leerlas es una gozosa experiencia de saturación.
La escuela del cinismo
“¿Es que existe sobre la faz de la tierra una materia que albergue olor a mayor a humanidad que el dinero? Si hubiésemos de elegir un aroma representativo de nuestra especie, ¿no sería el más indicado, ese que expelen billetes y monedas, mezcla de sudor, de escoria del bolso y bolsillo, de cerrado, de lejano eco a chapa y papel?” escribe el autor en una especie de prólogo al primer número. Al principio uno piensa que Brieva se ríe de la obsesión por el dinero, pero después, lentamente, lo que surge es la tematización del entramado de las relaciones humanas. Los dibujos, de una síntesis indescriptible, empiezan con un realismo años 50 que lentamente muta en desviaciones aterradoras. “¿Cómo, de qué manera nos relacionamos?” se pregunta Brieva y la respuesta es un paseo por las mentiras institucionales más aberrantes de Occidente.
Las arpistas exigidas del Apocalipsis
Las arpistas exigidas de “Los nervios afloran en el ensayo general del Apocalipsis” es un buen ejemplo de la forma de composición de Brieva. La tesis de arranque parece estar ligada a los viejos y queridos comentarios sobre esa molesta banalidad que se introduce en todos los procesos y vuelve ridículo lo sublime. Las arpistas del Apocalipsis odian a su director que las arenga a la voz de “¡Venga Nenas! ¡Quiero esas arpas aullando ecos celestiales ahora mismo!”. El compacto discurso de la obra derrapa, entonces, en las curvas del género o cuando, tirando al bulto, cae en el lugar común. Pero incluso siendo predecible es impactante y ligeramente embriagadora. Simplificando, Dinero es un golpe de humor negro por viñeta; complejizando, es un tratado de crueldad.
Poderoso caballero
Karl Marx dedicó su vida, con un talento y una disciplina innegables, a tratar de entender el capitalismo y dentro del capitalismo, el dinero como artefacto regulador de la vida humana. Hace poco un excelente sitio de monedas antiguas renovó en mí todos los vértices y las aristas de ese misterio. Ahora bien, si me gustó recorrer este Dinero a la gallega y la muestra es muy recomendable, mucho más atractivas me resultan las vernáculas entrevistas del ciclo Dinero, creencias, vicios y simulaciones que Jorge Halperín conduce por Ciudad Abierta. Menos cínicas que la obra de Brieva, comprometidas y honestas, hay algo de privacidad vulnerada en estas charlas remolonas con intelectuales, escritores, periodistas o famosos. ¿Qué historias se cuentan cuando se habla de dinero? En una reseña de la web, leo: “El ciclo indaga en la relación entre dinero y amor; dinero y fe; cultura y riqueza; riqueza y sospecha; dinero y poder; parejas y dinero. Desde la relación privada de cada uno con su dinero, el dinero en la amistad, el dinero en la familia, pulsiones y compulsiones con el dinero, y por último el lenguaje oculto del dinero.” ¿Trillado? Quizás. ¿Seductor? Seguro. Por el programa de Halperín pasaron, entre otros, Jorge Guinzburg, Martín Caparrós, Eduardo Belgrano Rawson y José Pablo Feinmann. Varias de estas entrevistas todavía se pueden ver en el canal 80. Búsquenlas antes de que los imbéciles del PRO lo cierren.
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