TRISTEZA Y ALEGRÍA
Diario de lecturas 43

Cuna de gato/Por: Juan Terranova. Lunes. Me entero que murió Leonardo Favio. Siento una tristeza rara, mezclada con la alegría que siempre me dio recordarlo, o mejor, saber que alguien como él existía, acá, en la Argentina. Lo que leo en el periodismo y en las redes sociales, no está a la altura de la pérdida.

Lunes, más tarde. ¿Cuál es el género que más frecuento? El correo electrónico. Es antes un soporte que un género, pero también es un género. Véase “género epistolar” en algún manual del siglo XX. El mail, soporte y género constante, joven, continuo.

Martes. Hoy después de una clase me quedé pensando en esa amplia gama de gente que busca reconocimiento y afecto en el campo literario. Se trata de una serie de equívocos, de la imagen que proyecta la sociedad sobre el arte, la literatura y los libros. También sobre nuestras experiencias personales de simpatía y amor hacia diferentes textos y momentos de lectura. Pero no deja de sorprenderme. Es como ir a buscar un chino a un bar mitzvah que se celebra en la Franja de Gaza. (Julio Schvartzman me dijo hace mucho que las cosas que nos gustan hacer se componen de cosas que no nos gustan hacer. Esa aparente paradoja es central en la actividad literaria, al menos en la tensa versión porteña.)

Miércoles. La bestia equilátera acaba de publicar Cuna de gato de Kurt Vonnegut. Nueva y celebrable traducción argentina de Carlos Gardini. Siempre que leo y releo a Vonnegut pienso que le habría gustado la Argentina, incluso que habría disfrutado ser argentino. Quizás no porteño, pero sí rosarino, o cordobés. Desde luego habría sido un uruguayo excelente. Jamás chileno, jamás brasileño. Vonnegut, el argentino que no fue, pero que vuelve, una y otra vez a nuestro idioma.

Jueves. Larga discusión por chat con un amigo. ¿De qué hablámos? A un hombre no le vendieron a precio oficial los dólares que quería para viajar a Europa. Leo su mejor declaración: “Yo me voy a quedar comiendo pan y agua en la Fontana di Trevi pero a la vuelta me van a tener que responder en los tribunales". Pan y agua, especulación financiera, Fontana di Trevi, tribunales, el melodrama neurótico de los gauchos urbanizados. A la noche, pongo la tele y leo los carteles de los manifestantes que salen a la calle para criticar al gobierno nacional. Había uno que pedía amor. Decía: “Amor, amor, amor”. Pedía o quizás ofrecía. Pero no, no, creo que era un pedido. Casi no tengo dudas.

Viernes. Mañana con sol. Mediodía con lluvia. El odio no se puede legislar. La ironía tampoco. Más tarde, Mariano Canal cita por Twitter "la clase media ama odiar a la clase media".

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