TEMIBLE URBANIDAD/ |
Diario de lecturas 32 |
/Por: Juan Terranova. Lunes. El fin de semana leí Don Juan de Kolomea de Sacher-Masoch, una novelita corta, editada por El cuenco de plata. Poco Don Juan y poca Kolomea en el libro. Más bien una anécdota de casamiento y adulterio casi banal. Algún látigo por ahí para no dejar de lado el invento, el descubrimiento, indiferente, inconsciente, de Masoch. Pero poca cosa en el uso de la lengua, en los personajes, poca astucia narrativa, y un mecanismo pobre. La famosa “escena masoquista” aquí es reemplazada por una escena de viaje. ¿Teatral? No, más bien un procedimiento simple. Dos viajeros son detenidos por brigadas populares de campesinos en una taberna. Y uno de ellos, el Don Juan, para hacer tiempo mientras los dejan ir, cuenta cómo caza osos y cómo su mujer lo engañó por lo cual ahora él engaña a todas las mujeres. Un fábula tonta podría haber sido otro título. Me decepciona Masoch. Lo que hicieron de él es mucho más interesante que lo que él mismo logró. Por otra parte su nombre completo, Leopoldo von Sacher-Masoch no deja de sonarme con simpatía, con entusiasmo, con una alegría cómplice –¿con quién?– de la que no puedo encontrar motivo. |
Martes. Adriana Hidalgo acaba de sacar un tomo con una selección de los cuentos de Nelson Rodrigues. Cristian De Napoli tradujo el título como La vida tal cual es. Me pone contento esta noticia. (La semana pasada lo cité en este mismo espacio, ignorando el lanzamiento.) Hay una larga ristra de lugares comunes sobre Nelson Rodrigues: que es el dramaturgo más importante de Brasil, que fue un periodista excepcional, que su vida fue trágica, aterradora y sensual como una telenovela brasileña, que cruzó el siglo de punta a punta y recorrió todos los géneros (novela, cuento, teatro, y abrasivas columnas de opinión sobre política y aledaños), que apoyó a una o dos dictaduras, que fue un polemista lúcido y arrebatado. Todos son ciertos. Y los cuentos de A vida como ela é no sólo resultan entretenidos, divertidos, violentos y lúcidos, también proveen un fresco social completo y ágil y un manual para aprender a narrar. (Joven tallerista, abandoná de una vez a Raymond Carver, entrá en el mundo de A vida como ela é.) Que este sea la primera traducción que se hace de su prosa, habla de la ineptitud y el analfabetismo provincial de nuestros orgullosos editores hispanoparlantes. Compahía das letras lo estuvo publicando bajo la supervisión de Ruy Castro y cada uno de esos libros merece atención. Posiblemente algún brasileñólogo trasnochado del Rio de la plata niegue la importancia capital de su obra. Allá él. Acá, mucho mejor, esos cuentos, pequeñas piezas de cámara que juntas construyen la opereta carioca de la vida mundana. El próximo viernes 23 de agosto se cumplen cien años del nacimiento de Nelson. Los que se resisten a entender que el portugués y el castellano son el mismo idioma con mínimas variaciones dialectales ahora no tienen excusa. Lo van a tener que leer y aceptar que, por precisión, producción, calidad y magnetismo, fue y todavía es uno de los más grandes narradores de América latina. (Mientras me entero de la salida del libro y me contacto con Alejandro Canepa de Adriana Hidalgo para que me pase un ejemplar, mientras le mando un mail de felicitación a De Napoli por la traducción y la publicación, encuentro una foto de dos muñecos. Borges y Bioy toman un café congelados en una mesa de La Biela. Promoción turística, arte urbano, homenaje estatal, las piezas son obras del mismo escultor que hizo a Borges y Álvarez, los personajes de Olmedo y Portales que todos los turistas retratan en la calle Corrientes. Los dos Borges. Borges por dos. El otro Borges. Podría escribir una columna de opinión con ese juego de dobles y poses. La cultura alta homologada a la cultura popular por intermedio del homenaje y la gestión cultural. Unos a la intemperie, los otros dos bien resguardados en un café emblemático de la Recoleta. ¿Homenaje? No digo que esté mal, no digo que esté bien. Agrego que a mí como porteño, me gustaría que tuviéramos un figura escultórica de Nelson Rodrigues. Creo que seríamos más ricos, más inteligentes, más sensibles, menos torpes, con esa obra en, por ejemplo, el bar Le Caravelle de Lavalle, que seguramente le hubiera encantado a Nelson Rodrigues como reducto, ejemplo y sinécdoque de nuestra más temible urbanidad.)
Miércoles. Uso toda la mañana en la computadora. Pienso que tendría que hacer la estadística de cuanto tiempo paso frente a la pantalla por día. Y luego también agregar las horas que paso leyendo en papel. ¿Me sorprendería el resultado? No creo. Pero aparte sería improcedente a fines prácticos ya que cuando estoy en la pantalla todo el tiempo estoy leyendo. Algún cráneo fastuoso pensó la expresión “lectura recogida” para marcar la diferencia. La expresión –¿quién puede contradecirme?– no es del todo feliz. ¿Y qué encontré esta mañana en mi terminal de energía eléctrica? Podríamos decir que se trata de La fábula fragmentaria de la mariposa y la serpiente. La primera nota cuenta que en los Everglades, una zona de la Florida que a veces aparece en los libros de Hemingway, se cazó una pitón birmana de cinco metros y medio de largo. La pitón, que estaba gestando ochenta y siete huevos, tiene un peso de casi setenta y cinco kilos, treinta centímetros de grosor y parece que le encontraron plumas en el estómago. La nota agrega que antes “era difícil hallar una por su comportamiento enigmático” pero ahora ya no. Hace unos años una pitón birmana similar pero de cuatro metros apareció en la pileta de una casa de las afueras de Miami. Esta se había comido un venado de unos treinta kilos y tenía restos de un caimán en su estómago. Me imagino la pileta de aguas cristalinas y la víbora en el fondo, verde, opaca, como un tronco hundido. La noticia recuerda un pasaje especialmente significativo de Bajo este sol tremendo, la novela freudiano-zoológica de Carlos Busqued. (La víbora la llevaron al taxidermista para que la embalsamara. ¿Pero qué hicieron con los huevos? ¿Una tortilla? ¿Omelette de huevos de pitón?) La otra noticia, la de la mariposa, me la mandó Carlos Mackevicius. Científicos detallistas detectaron las primeras malformaciones en especies animales en el área de Fukushima. La nota dice que se estudiaron mariposas japonesas y se llegó a la conclusión de que sufrieron ”malformaciones severas” por la radiación. El texto viene ilustrado con fotos de cabezas y alas de mariposas y círculos rojos que, en teoría, muestran las “graves malformaciones”. Copio un fragmento: “Los investigadores determinaron que ha habido un aumento de las mutaciones en los genes que contienen información para el desarrollo de las patas, las antenas y la forma de las alas en las mariposas”. La exageración y el monstruo, entonces, la serpiente gigante y la mariposa atómica. Nada que no se haya narrado antes, algo que vale la pena volver a narrar.
Jueves. “El que guarda su boca guarda su alma; pero el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.” Proverbios 13:3.
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