SOBRE EL PRIMER CUENTISTA MODERNO/ |
Breve historia del cuento estadounidense (1) |
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2. En 1827, publica sus primeros poemas, Thamerlaneand other poems. En el Rio de la plata ya circulan las primeras obras en verso de Esteban Echeverría, otro padre fundador, otro tematizador de la violencia, otro prosista barroco y eficiente que se presentaba como poeta. Las fechas de la vida de Poe son 1809-1849. Las de Echeverría, 1805-1851. Ambos querían vivir de una escritura autónoma, lejos del periodismo y la política. Ambos sufrieron el éxito, que conocieron de forma explosiva y poco capitalizable, y padecieron una vida de pobrezas y privaciones. Muchos otros escritores y periodistas que los rodearon se ganaron la vida de una forma mucho más digna y hasta se volvieron ricos escribiendo obras hoy ilegibles y sin valor.
3. Poe no llegó a vivir la Guerra de Secesión ni la industrialización que los Estados Unidos comenzó de manera sistemática y arrolladora en la segunda mitad del siglo XX. Transitó un mundo que estaba lejos de abandonar la esclavitud, cuyas formas mutaban, y de alguna forma era todavía mágico y privado. Murió muy joven, cuando estallaba la fiebre del oro y su obra se escribió al mismo tiempo que los Estados Unidos tomaban la forma que les conocemos hoy. En 1846, se firmó el Tratado de Oregón con el Reino Unido, por el cual los Estados Unidos se quedaban con los actuales territorios del noroeste. Dos años más tarde, la victoria en la guerra contra México habilitó la cesión de California y la mayor parte de los estados del suroeste. Poe murió un año después. Tenía cuarenta años.
4. Poe inventó el “género policial” y el “género terror”. Lo hizo con tanta precisión y talento que incluso esas definiciones parecen estar por debajo, quedarle chicas, a lo que escribió.
5. En unos consejos sobre el arte de escribir cuentos, después de recomendar la lectura de Jules Renard, Marcel Schwob, Alfonso Reyes y Borges, Roberto Bolaño dice, con aire de resignación, “la verdad es que con Edgar Allan Poe todos tendríamos de sobra”.
6. Su lugar central en la short fiction de su país se amplió enseguida al mundo. Fue el primer cuentista moderno. El inventor loco, el héroe romántico, el mercader de lo sensible. En la Argentina lo tradujeron Borges y Cortázar. Y lo plagiaron con suavidad Horacio Quiroga y Roberto Arlt. Es difícil ir más atrás de Poe sin perder alguna de sus líneas de composición, sin empezar a resignar parte de la máquina. En la prehistoria seguramente encontremos todos las partes de sus relatos, pero diseminadas, perdidas. El las identificó y las ensambló, les puso nombre y les fabricó un mito y una tradición. Su influencia es difícil de relativizar. Desde Baudelaire y el linaje de los malditos hasta el heavy-metal, desde Lovecraft hasta David Lynch, desde Black Sabbath y The Cure hasta Leopoldo Lugones y Rodolfo Walsh, las culturas de los estados naciones modernos siempre tienen una zona que adeuda con Poe, o con un deudo de Poe.
7. ¿Qué es lo que inventa o descubre Poe? Hablar de invención es difícil. En todo caso habría que hablar de mejoramiento, de puesta a punto, de construcción de un objeto moderno, el cuento o relato breve. Poe trabaja hasta que, después de siglos de existencia y desvíos, finalmente, el motor arranca. Decir que descubrió algo tampoco es exacto pero parece pertinente a la hora de describir lo que pasó con su obra, breve, sintética, apretada. Poe descubre que hay que ser eficiente, que no hay que perder el tiempo, que el cuento es un mecanismo. Pero ¿un mecanismo para qué? El objetivo es generar una emoción en el lector. Pese a desarrollar detalles y pliegues que para nosotros pueden sonar puntillosamente barrocos, Poe desgrasa la narración de farragosas evocaciones románticas. Freud comprendió que los sueños eran restos de experiencias diurnas. Los formalistas rusos, que la literatura desautorizaba la percepción del mundo. Mucho antes, Poe se dio cuenta de que una buena historia debía generar miedo o admiración o entusiasmo, no describir ni informar sobre emociones pasadas. Y también que el mercado, o el gusto de la masa lectora, no funcionaba como un agente de corrupción, sino que se presentaba como una variable creativa más a tener en cuenta. Mejor, Poe comprendió que esa fuerza espuria de esa masa despreciable o despreciada se podía volver la base libidinal de toda una nueva manera de escribir.
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