HUMANOIDES Y CONQUISTAS/ 
Diario de lecturas (nueve)

imagen/Por: Juan Terranova. Domingo. Aburrido, leo una nota de fines de noviembre que me manda un amigo. Atentaron contra la esposa de un conocido director técnico de futbol. Dos personas le arrojaron un líquido inflamable desde una moto, cuando iba a cruzar la calle. El copete de la nota aclara que la policía investiga si existe algún vínculo con una empleada doméstica que le robó medio millón de dólares al director técnico y decía ser su amante. Un verdadero culebrón. La nota aclara que la mujer fue trasladada a un centro médico donde le constataron quemaduras en brazos y rostro y la dejaron internada en la sala de terapia intensiva.

Lunes

Standard & Poor's rebajó la calificación crediticia de Bélgica de AA+ a AA, al asegurar que ese país podría no ser capaz de reducir su deuda crediticia. Los bancos se preparan para el fin del euro. Lo leo en La Nación. En Página/12, Vint Cerf presentado como creador de Internet y de paso por Buenos Aires, dice que ya proyecta darle internet a las naves espaciales. En un momento de la entrevista se refiere a los derechos de autor y a la ley de restricción de libre circulación que empujan los grandes holdings: “Quienes proponen la ley no entienden cómo funciona Internet. Proponen métodos que son horribles, sobre todo en materia de seguridad. Entendemos los motivos de esta legislación, el problema es que esta propuesta va a dañar un elemento esencial de la estructura de Internet, que son los DNS.” O sea que el creador de internet aún entiende la propiedad y el copyright como en el siglo XX. Supongo que es difícil decir en los USA: “Bueno, ahora que podemos vamos a compartir todo”. Mucho más si sos el que inventó el aparato de distribución.

Martes

Recorro una galería de páginas mecanografiadas y escaneadas. Es la “Famous Authors’ Harshest Rejection Letters”. Hay cartas y comentarios sobre los rechazos de Lolita de Nabokov, En el camino de Kerouac, y material de Urula K Leguin y Kurt Vonnegut. Son cartas donde, por los motivos que sean, un editor le dice que no a la posibilidad de hacerse millonario errando en lo que es su oficio. No se culpa a nadie. Más tarde me detengo en una nota de Clarín donde se narra cómo, en Salta, una mujer atropelló a tres adolescentes con su auto porque se colaron en el cumpleaños de quince de su hija.

Miércoles

Una conversación con amigos me lleva a revisar La comunidad organizada, donde encuentro infinidad de frases que me gustaría citar, todas muy Reader's Digest. La comunidad organizada entiendo funciona mucho más por lo que no dice, lo que se niega a decir, que por lo que dice y afirma. De ahí salto a El formalismo ruso, historia y doctrina de Victor Erlich  editado por Seix Barral. Siempre leí el libro de forma fragmentaria y ahora lo conseguí pirateado en un pdf para el Kindle. Erlich es serio, aplomado, pero nunca críptico, aunque algunas referencias a la literatura rusa, desde luego, se me escapan. Hacia las seis de la tarde empiezo pensar que esas dos tradiciones confluyen en mi manera de leer la literatura argentina.

Jueves

Por recomendación de Mavrakis, leo el excelente artículo “Recorridos por Viñas: tecnología y desperdicios” de Daniel Link en el nuevo número de El interpretador. El fetiche de la lectura y la escritura aparece ligado ahí a un detritus, a un resto de tierra, de materialidad casi excrementicio. Se trata del clásico estilo intelectual-gore que aman los niños de Puán, incluso los que ya no son tan niños y entre los cuales, quiera o no quiera, me encuentro. (¿“Soy clase media universitaria de Buenos Aires” es nuestro “prefiero no hacerlo”?)

Viernes

Leo la entrevista que le hizo Martín Caparrós le hizo a Sergio Schoklender publicada en el blog que mantiene para El País de España. Se habla de asesinatos, de venganzas, del saqueo de las arcas públicas, de la posibilidad de prosperar en la cárcel y de García Lorca. En un momento Caparrós le pregunta qué leía en la cárcel y Schoklender responde: “Por supuesto todo Marx y Engels, todo Mao, el libro verde de Kadafi, todo material político. Ya era la democracia entre comillas y circulaba todo. Antes, me acuerdo, en el pabellón, si queríamos escribir algo, lo escribíamos en formato de poesía. Si los guardias te lo veían decías esto es poesía, y ellos ah, poesía, no pasa nada”. Pienso en los otros pro-hombres de lo siniestro y la ambigüedad en este principio de siglo XXI. Intento hacer una lista: Schoklender, Chabán, Galimberti. ¿Quién más? Robledo Puch era un artesano. ¿El Padre Grassi? ¿Quién más podría formar parte de esta corte de inocentes-culpables? Yabrán podría ser otro. Lopez Rega entra como padre fundador. Qué galería argentina del oprobio, qué indescifrable corte de los milagros. Casi se puede hacer un libro que organice una serie de retratos como esos que publicaba Caras y caretas. En el futuro, entre humanoides y conquistas marcianas, seguramente se leería como un testimonio pintoresco y brutal.

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