EL CRÍTICO COMO RENEGADO |
Diario de lecturas (seis) |
/Por: Juan Terranova. Sábado. De La Compañía me mandan Ursule Mirouët, una novela de Balzac que no sabía ni que existía. Como siempre las ediciones de La Compañía están muy bien. El libro ya vale por el prólogo de Cesar Aira y las directivas de lectura que le imprime a la escritura de Balzac. Aira describe la inclinación literaria del novelista por el dinero, cómo lo seduce su negatividad: "La amenaza, que Balzac siente con fuerza, es que el apetito de dinero termine girando sobre sí mismo, desertificando el mundo" escribe. Recordando ciertos manejos de los protestantes de Wall Street sobre las cuestiones inmobilirias y los bancos, releo este breve ensayo que funciona como prólogo y pienso en Aira. Flavio Lopresti -uno e los criticos que mejor lo entiende- describió su "operación" como un "amenaza a la crítica". Pienso en un vecino que le puso "Ni lo intentes" de nombre a su conexión inalambrica. Si te fijabas a qué redes disponibles te podías conectar la de él se llamaba "ni lo intentes". Aira le pone a sus libros esa leyenda, se la puede leer entre líneas, como una marca al agua. "Ni lo intentes". Pero, ¿intentar qué? "Ni lo intentes" debe ser entendido como "no intentes leerme". Esta amenza está en sintonía con el ya legendario narcisismo de Aira, sus fobias y su apenas un poco menos comentada vocación por el chisme. La respuesta que se me ocurre podría dársele a esta actitud es "no hace falta tanto, César". La conversación, entonces, sería así: |
- Ni lo intentes, no se te ocurra leerme, no hurgues entre mis tripas textuales, no estás preparado, no estás a la altura de entender lo que estoy haciendo.
- César, no te pongas así, no hace falta tanta.
- ¿Tanta qué?
- Tanta actitud fóbica. Te amaremos indondicionalmente igual.
De hecho lo hacemos.
Domingo
Pienso en el crítico como renegado. ¿Por qué me obsesiona tanto la elemental división entre "apocalipticos" e "integrados"? Ya es casi una taxonomía pop, aunque todavía no llegó al grado de frivolidad de los cronopios, las famas y esas pelotudeces. Quizás porque finalmente describe algo. La conclusión que saco me beneficia. Lleva agua para el molino de mi neurósis. Pero cada vez estoy más convencido de que el crítico travestido de "investigador" se reblandece. Los institutos de investigación que reparten dietas también generan dudas. Deudores de las ciencias duras, necesitados de rigor para que su nepotismo no quede en carne viva, abrazan la verdad de un estilo dormido, poco enfático, seco en la peor acepción del término. Estos requisitos son enseñados como muletas con las que el investigador tarde o temprano termina enredado y tropezando. Son muy pocos los que logran surfear estos requisitos y al mismos tiempo leer bien. Mientras tanto, los problemas del critico son bien otros, diferentes.
Lunes
Problemas docentes. En las últimas semanas, madres y padres enfurecidos atacan a maestros y profesores. Llegan a golpearlos y a lastimarlos mucho. Las fotos de la prensa digital son impresionantes. Gente con gasas, ojos morados, sangre, suturas. Tengo una colección de links con notas sobre casos muy similares. Quilmes, Mendoza, Zárate, Ingeniero Salvio, no hay una distribución precisa, parece algo viral. Por más que lo pienso no encuentro un motivo para que los padres comiencen a agredir a los maestros. ¿Es una especie de rebelión final contra los maltratos del sistema pedagógico argentino? Entonces Celia me dice "es por la AUH, le pegan porque si los pibes tienen problemas de escolaridad, ellas dejan de cobrar". Resulta un argumento fuerte. El dinero siempre nos pone nerviosos.
Martes
Leo una nota sobre la actividad parlamentaria. La nota se ríe e ironiza las propuestas más "ridículas" que entraron este año a la cámara baja. La lista es larga pero no son todas iguales. La estupidez de diputados como Iglesias o Escudero pidiendo, el primero, que se repudie el uso de viagra en las tropas libias, o, la segunda, haciendo discursos rancios contra el hambre en África, resulta notable, y pasa como parte de la picaresca política. Pero las cuestiones de las festividades regionales no son ridículas. Un fiesta provincial puede sonar patética para un porteño, pero puede representar un gran motivo de alegría y necesidad para un jornalero de la provincia de Buenos Aires. Solamente un mente muy opturada por los prejuiciones no ve que hay política en la relación entre la gastronomía y el Estado, entre la Fiesta del Asado con Cuero y las pujas políticas y la tradición. Desde luego la Fiesta del Salame parece poca cosa al lado del aborto o el presupuesto general de la Nacion pero la política y el lobby también está en estos temas menores. O mejor aún, la mayor parte de la política son esos temas menores.
Miércoles
Leo un suelto en Página/12. Se presenta una nueva editorial de nombre "Astier". Engolado, zarpado de tango, el editor declama para el periodista: "Hace rato que los papeles están mezclados, y ha quedado claro que el vanguardismo prácticamente no existe o ha pegado la vuelta porque la Argentina le quedó chica como a Petronilo. Por otro lado, nadie razonablemente consciente de su escritura ejerce sin filtros el planfleto o un psicobolchismo tardío. Ninguna teoría ni filosofar crítico se corresponde específicamente con una obra de arte, ni las preocupaciones aparecen en un género sí y en otro no. Se trata de bucear en cada época y tener el oído atento. Lo social en la literatura hoy aparece interrogado de un modo bastante distinto del de la polémica entre Boedo y Florida". Alguien debería proveerle banda ancha a este señor. Eso, o un tiro en las bolas. Por otra parte, de la larga lista de nombres que menciona en la nota, me interesan apenas dos, Germán Garcia y Carlos Correa, y así y todo, ya sé que no voy a comprar ninguno de los libros que piensan editar porque ya están todos en la web. Ahí va entonces una editorial más para el desierto argentino de los muertos.
Jueves
Llego a Córdoba para presenta un libro. Iba a viajar en avión pero por las cenizas hicieron que hiciera el recorrido en micro. El cielo está hermosamente azul.
Viernes
Ayer en la presentación de mi libro Rama leyó un texto mejor que el libro que describe. Yo hablé del perro pug de Falco. Me contaron que si se excita mucho o se asusta, se le pueden salir los ojos. Después, tomando algo en el bar Las Tipas, donde se juega al ajedrez por dinero, le digo a Lamberti que voy a escribir un relato titulado La chica del Conicet. Hoy a la tarde me fui a verlo a Iván Ferreyra. Me recibió en un primer piso de un edificio viejísimo en la parte más comercial del centro de la ciudad. Afuera el sol estaba fuerte, adentro, en la penumbra, con todas las celocías del balcón cerradas, lo encuentro a Ferreryra escribiendo en una computadora que apoyaba sobre una mesa muy pequeña. Tomaba agua fría, helada, que servía en copas de vino. En la televisión se veía China Town en mute. Por el fondo del departamento sonaba música. "Pasemos al archivo" me dijo. Atravesamos dos habitaciones y entramos en una sala llena de libros y papeles en el piso. Una las paredes, de tres por cuatro metros, está llena de fotos y dibujos. "Me gusta pegar cosas ahí" dice Ferreyra. Después encuentra dos números de PoloSecki y el único que salió de Actitud PJ Harvey, me los pasa y volvemos a la mesa. También me regala dos libros de su editorial Antiplan. Hablamos de Facebook, de redes sociales, de su necesidad de comunicar y crear casi constantemente. De golpe me empieza a pedir que defina a "un boludo". "A ver, ¿qué es un boludo? ¿Como describís a un boludo?". Así que, sin mucha mediación, estoy balbuceando argumentos en un lugar oscuro del centro de Córdoba respondiendo el pedido de precisión de un tipo grandote, peinado con una cresta punk y tatuado en los brazos y el pecho. Cuando se hace la hora de partir caminamos por la zona y Ferrerya me dice, muy serio: "Los simpsons son una de las grandes obras de la humanidad". Y cuando finalmente encuentro un taxi, antes de subirme, agrega: "Este es el momento de la palabra, dentro de muy poco el que no sepa leer y escribir se va a quedar afuera de muchas cosas". En el taxi hojeo las revistas que me dio. Son hermosas.
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