A VECES IRÓNICO, A VECES ÁCIDO
El absurdo cotidiano de Crist

La Pasión de CristPor: Juan Terranova. Para alguien que todos los días de su infancia y adolescencia desayunó mirando o leyendo el Clarín, Crist es ya como un tío. Un tío raro pero amigable que hace comentarios dislocados y alegres, incluso cizañeros, dejándote un poco perplejo y dudando: “¿Dijo lo que yo escuché? ¿Está diciendo lo que yo estoy escuchando?” Entre lo telúrico y la abstracción, con la síntesis de una sola viñeta y un gesto que a veces puede ser leído como desgano genial o resignación inteligente, Crist –seudónimo de Cristóbal Reinoso– viene poniendo en la contratapa del matutino más importante de la Argentina un toque de absurdo sin pretensiones que muchas veces logra detener el vértigo del presente. En estos días Editorial Sudamericana lanza La pasión de Crist, álbum simple pero muy bien editado que reproduce una parte pequeña pero representativa de su trabajo.

Aunque el título encierra un juego de palabras algo ingenuo con la pasión cristiana, La pasión de Crist ofrece un recorrido atractivo que se transita con un ligero aire de sorpresa. La primera impresión es que los dibujos en formato grande lucen más y el artista plástico aparece a la misma altura que el humorista.

Los personajes de Crist son un coya que encuentra el entramado y los colores de su poncho en una notebook, el Frankenstein que posa con una remera de Disney, un pequeño Adolf Hitler de pantalones cortos que ve tanques en los dibujos azarosos que hacen las nubes, la mujer astronauta que pasa cargada con paquetes de un free-shop interplanetario... Si las remeras –o la indumentaria en general– le sirven a Crist como tela dentro de la tela y lugar privilegiado para fabricar sus apostillas sobre la TV y el consumo, la represión policial y militar se confirma como uno de los temas más transitados del libro. Así, un pelotón de asalto fusila un toro en una corrida y un policía deja caer su escudo de plástico transparente para tocar el violín y matar de tristeza a los manifestantes.

Chef Guevara de Crist

El comentario permanente de la actualidad, a veces irónico, a veces ácido, siempre está ahí. Si Crist es simplificador en la metáfora o previsible en los encuadres, las marcas “progres” de sus situaciones no molestan tanto. La mayor parte de ellas se pierde o se disuelve en sus apuestas más lucidas y en lo expresivo de sus trazos. El trabajo con la tradición de la pintura es evidente –Crist ironiza sobre el arte rupestre y versiona a Picasso–, pero su lugar de regocijo central es la contradicción, a la que vuelve de forma permanente. El matón con la remera de la madre Teresa es uno de sus ejemplos más logrados. Resulta interesante y no poco revelador que, siendo parte de una maquinaria ultra-masiva, Crist no tema acercarse a lo incomprensible o a aquello que necesita revisarse para ser entendido. Es probable que su obra viva, se expanda y alcance sus mejores momentos gracias a esos golpes de explosivo y aparente, sólo aparente, hermetismo.

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